La tempestad electoral ha pasado, pero no parece que la calma posterior haya traído mucha paz a quienes andan con el betadine y las vendas curando las heridas del batacazo. Nadie duda ya que el PP ha sufrido un tropezón más que notorio y su fracaso ha sido la consecuencia directa de su propia estrategia. Sus candidatos “estrella”, han sido un fiasco ratificado por los exiguos resultados. Se aproximaron tanto a VOX que casi hicieron creer al votante de esa franja ideológica que daba igual votar por uno que por otro. Bendiciendo su fraernidad con la ultraderecha, movilizaban el voto de la izquierda y espantaban al votante moderado. Ni siquiera llamar proetarra, hasta más allá del insulto y la decencia, a los socialistas les ha dado resultado. La prueba inequívoca es que Javier Maroto, uno de los estrategas, no ha conseguido escaño en el País Vasco. Su secretario general, Teodoro García Egea, el otro jefe de campaña, ha perdido en Murcia, su región, la mitad de los votos (del 46,68% ha pasado al 23,44%) y es allí donde VOX obtiene su más alto resultado (18,64%). No es de extrañar que a Casado el cuerpo se le quedara notoriamente destemplado como vimos en la noche electoral. Ahora, en vez de dimitir, se arrepiente de su gran pecado y maldice a Santiago Abascal asegurando que lleva años viviendo de “mamandurrias” a la sombra del PP. Como san Pablo en su camino hacia Damasco, este nuevo Pablo Casado ha descubierto que VOX es la ultraderecha y ahora predica para reconquistar el centro abandonado cuando se abrazó al maestro Aznar. Todo muy evangélico pero como vemos un desastre para el PP.
El objetivo de Albert Rivera era superar al PP, algo que tampoco comprendió Casado. Ciudadanos advirtió desde el principio que no pactaría con el PSOE. Desconcertó a muchos, pero era un mensaje dirigido al electorado que quería captar, al que ya no confiaba en el PP. Ha podido perder otros apoyos más centrados pero su ascenso es evidente. Ha quedado a 220.000 votos del PP, lo que amplifica el desgaste del partido de Casado.
Según los tres partidos que disputaban en el territorio ideológico de la derecha, el título de cómplice de separatistas y rompedor de España que adjudicaron a Sánchez y que repitieron hasta el hartazgo, no parece haberles dado los resultados esperados. Es lo que tiene excederse en las mentiras que se venden como verdades y que se difunden en las redes sociales por perfiles falsos haciendo creer que es un discurso dominante. Intuyo que solo VOX lo ha rentabilizado puesto que la unidad de España es su esencia fundacional. El partido de Abascal no ha arrasado, como pensaba mirando a esas redes sociales que maneja, pero su amplia representación parlamentaria será un altavoz con el que intentará ampliar su electorado.
Podemos ha sufrido un retroceso importante en toda España. Pablo Iglesias lo reconoció en la noche electoral aunque fue él, con su intervención en los debates televisivos, apelando a la Constitución y abrazando el pragmatismo quien salvó los muebles de Podemos. Una organización hiperasamblearia con un hiperliderazgo alberga contradicciones evidentes. Podemos va a ser clave para formar gobierno en España, eso es importante pero no debe constituir un consuelo ante la sangría de electores.
El vencedor de la noche fue el PSOE y especialmente Pedro Sánchez. No duden que muchos juzgarán su trayectoria política con menos severidad a partir de ahora. Es evidente que ha abierto grandes esperanzas al socialismo democrático español y europeo. Veremos lo que depara el futuro.
Los españoles hemos votado, nuestro voto es nuestro y no de los partidos a los que votamos. Los ciudadanos valoran libremente y según el momento a quien quiere otorgarlo. Por fortuna los ciudadanos han dibujado una España en la que cabemos todos y en ella hemos de entendernos. Solo la intolerancia no cabe en la Constitución de esta España que no es de algunos sino de todos.