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El zorro y el árbol

Mediado el año 19 las trompetas anunciaron en La Rioja un nuevo gobierno. De tierras próximas y lejanas llegaron para integrarlo personajes de desconocidos talentos. De la Mancha llegó un caballero, al que llamaremos “el Zorro”, blandiendo un libro de fábulas de Esopo para inspirar a la única diputada de Podemos. Le hizo saber que su voto era un tesoro al que debía poner un alto precio. El Zorro que conoce la diferencia entre zorro y zorra iluminó la intervención de la diputada en el foro evocando la fábula del “cabrón y la zorra”. Así que Romero votó en contra de la candidata a la presidencia. El auditorio quedó atónito y los ciudadanos, perplejos. Raquel Romero y el Zorro desafiando a su propio partido negociaron su trocito de gobierno. Perdonados los desaires, Concha Andreu llegó al palacete del Espolón. Romero no había de ser menos y se instaló en el palacio de Chapiteles. Es difícil precisar que hacían Raquel Romero, el Zorro y sus caballeros en el palacio conquistado con tanto menosprecio.

Pasó el tiempo. En la consejería de Raquel Romero todos vivían contentos. Pero la vida teje sus propias fábulas. El último día del año el Zorro se encontró con un árbol al que su coche quedó abrazado. El Zorro, muy astuto, lo abandonó para que nadie supiera ni la hora ni las circunstancias en que ocurrieron los hechos. No hace falta ser un lince para sacar conclusiones. Mario Herrera quedó pillado en sus propias contradicciones y aun no ha dado explicaciones convincentes de una conducta impropia de un cargo público. El flamante director general se parece a aquellos caraduras a los que tanto criticaba. El Zorro sigue sin dar la cara y escondido detrás de un increíble mensaje de twitter. Una cobardía más a añadir al despropósito. La decencia aconsejaba una dimisión y, en su defecto, un fulminante cese. Raquel Romero y el Zorro no cuentan con el apoyo de Podemos. Parece que ellos van por libre. Se han montado un tinglado de esos que tanto reprocharon. Se están comportando como vividores de la política cuya única meta es sobrevivir cómodamente hasta que concluya la legislatura. ¡Menuda sorpresa les ha dado la vida disfrazada de árbol en Sojuela!

Habiendo quedado claro que no hay intención de dimitir, solo queda el cese. Esperar a que escampe no parece aconsejable. Si la consejera no lo hace debe actuar la presidenta. No le tembló la mano cesando a su propio secretario general y a compañeros de su partido sin mediar ningún escándalo. ¿De verdad, Raquel Romero y el caballero que llegó de tan lejos pueden hacer temblar el gobierno? Aunque así fuera, la dignidad y la ejemplaridad son lo primero. La diferencia con los anteriores debe demostrarse con hechos. Sinceramente, creo que Andreu no tiene más remedio que cesar a Romero. La coherencia fortalece más que el miedo.

María Antonia San Felipe

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