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Entre visillos

Tiempo de ruido

Ya estamos pisando los territorios del 2023 y, a no dudar, va a ser un año de ruidos y estruendos propio de los tiempos de incertidumbre en los que vivimos. Presiento que la silenciosa ciudadanía aburrida del barullo va evolucionando en su estado de ánimo y en su sensibilidad colectiva. Hace tiempo que solo oímos hablar de crisis, siempre hay alguna amenazándonos y siempre son los mismos los que las padecen. Tras la pandemia, que todavía colea y en plena escalada de la guerra de Ucrania, la palabra crisis lo ocupa y lo condiciona todo. Solo hay una certeza: en momentos de dificultad unos se hacen muy ricos y la mayoría empobrece caminando por la inseguridad.

            Ya saben que los ‘felices años 20’ terminaron en la Gran Depresión y tras el crack los populismos radicales y los tiranos emergieron entre la desesperación y la miseria. La guerra llegó después. La crisis de 2008, también nos trajo mucha pobreza y mucha angustia. En esta convulsión económica mundial se optó por predicar la austeridad de los Estados como receta para superar algo que, según decían los neoliberales, la bondad de los mercados arreglaría. Ya saben, se salvó a los bancos con dinero público y se dejó a los individuos abandonados a su mala suerte haciéndoles creer que era los culpables de su propia desgracia y no de una desregulación progresiva de todas aquellas normas que les protegían. La desconfianza prendió en las mentes y voluntades y se confió en líderes que mentían sin pestañear. Lo ocurrido en Reino Unido tras la euforia del brexit es el mejor ejemplo que ilustra cómo creer en salvadores y charlatanes puede llevar al desastre. La caída de Boris Johnson y de la efímera Liz Truss, con su receta de bajada masiva de impuestos, han dejado al país al borde del colapso. Parece que en la Unión Europea algo hemos aprendido y se ha optado por desplegar, con dinero público, redes protectoras que palien en lo posible las consecuencias de estas nuevas crisis. Siendo una ignorante en materia económica todo indica que Keynes ha vuelto.

            Por eso me sorprende que cada vez que se adoptan medidas con la finalidad de ayudar a los ciudadanos, a autónomos o a familias con rentas bajas, quienes predicaban la austeridad, las bajadas de impuestos y la intervención mágica de los mercados como mejor receta anticrisis protesten porque todo les parece poco. Cuanto más liberales/conservadores dicen ser más intervención exigen de un Estado en el que no creen. La privatización de la sanidad cuando gobiernan es buen ejemplo. Solo gritando y exagerando no se construyen alternativas. Dice el abate Dinouart que el primer grado de la sabiduría es saber callar y solo debe romperse la norma cuando lo que se va a decir es más valioso que el silencio. En este tiempo de gritos se echa en falta la sabiduría de los silencios.

Nota: La primera imagen “Madre migrante” es de la fotógrafa Dorothea Lange, muestra a una mujer de 32 años y madre de 7 hijos, en Yosgard (California), 1936. La segunda, una madre y su hijo en la guerra de Ucrania.

 

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


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