Es innegable la inclinación histórica de los españoles a buscar en el humor la superación de la adversidad. La tragicomedia siempre fue lo nuestro, algo que Berlanga reflejó como nadie en su cine. Recuerden, por ejemplo, su película La vaquilla, la parodia dentro de la tragedia de España. La moción de censura que VOX ha anunciado contra el gobierno de Sánchez contiene tintes tragicómicos evidentes.
En España las mociones de censura precisan de un candidato alternativo al que se pretende relevar. Santiago Abascal quiere evitarse el trance y el esfuerzo de ocupar la tribuna del Congreso para defender un inexistente programa de gobierno. Su partido solo está cómodo en el terreno de la crítica pero no en el de las soluciones. El músculo de VOX es más de gimnasio que de estudio. Es más fácil anunciar apocalipsis que construir paraísos con gritos e insultos. Buscando en el pasado han encontrado a un luchador contra la dictadura en España, un singular candidato para los que hoy la añoran.
Siendo la principal aspiración ideológica de VOX regresar a la España nacionalcatólica para restaurar imperios que sucumbieron hace siglos, sorprende que se haya decantado por el histórico dirigente comunista Ramón Tamames. Relevante fue su papel en la clandestinidad contra el dictador Francisco Franco y, durante la Transición, decisiva fue su aportación a los Pactos de la Moncloa de 1977. Su famoso libro Estructura económica de España fue manual de universidades y también mío cuando estudiaba Geografía Económica. Una de sus ediciones la prologó José Luis Sampedro que, a buen seguro, hoy estaría perplejo. El entonces respetado Tamames ha aceptado el frívolo lance que le ha propuesto VOX tras haberlo rechazado muchos otros. Todo muy tosco pero muy triste. Si finalmente lo hace será como enmendar su propio pasado que, a la sazón, es lo mejor que tiene. Todos nadamos en mares de contradicciones pero renegar de su propia historia, la que le dio prestigio y respeto, solo se hace desde algo tan humano como la frustración y el resentimiento.
Todo resulta un poco grotesco. Tamames es un ejemplo de lo mal que envejecen algunas personas a las que tanto admiramos en otro tiempo. Tamames tiene 89 años, casi me parece una falta de respeto que se lo hayan propuesto. Hacerle creer que desempeñará un papel histórico desvela una crueldad y una falta de pudor con este anciano. Cierto es que seguramente VOX no ha encontrado a nadie dispuesto a prestarse a una parodia que va a llevar al hemiciclo un espectáculo nunca visto hasta ahora en España. Una patada más a la deteriorada credibilidad del Congreso y a la del propio candidato. Y es que el género de la tragicomedia se caracteriza por hacernos reír mientras una tristeza infinita aprieta nuestra garganta y provoca nuestras lágrimas. Atentos.