Tanto repetirnos que el PP y Vox arrasarían que quedé como la mayoría de españoles atónita al ver avanzar el escrutinio sin señales de que el infame sanchismo se disolvía como un azucarillo. Mientras los reunidos en la sede del PP cantaban “que te vote Txapote”, no pude dejar de pensar cuánto había influido la deplorable broma en el frustrante resultado que Feijóo había obtenido. Su cara en el balcón era un poema. Su rostro transparentaba la angustia de la incredulidad, aunque la peor bofetada no fue el insuficiente triunfo sino la amenaza a su liderazgo que suponían los gritos sostenidos de “Ayuso, Ayuso”. El rictus presidencial que adoptó cuando arrasaba en las encuestas desapareció al ver que le separaban del sanchismo rompepatrias sólo 330.000 votos. Impensable hace una semana cuando se repartían los ministerios entre risotadas. ¿Cómo podía ser que Sánchez, al que llevan años tachando de okupa, filoetarra, antiespañol y felón, hubiera salido ante los suyos con una sonrisa de oreja a oreja? ¿Sería una pesadilla? Sus asesores y aduladores le prometieron que a esas horas Sánchez estaría políticamente desahuciado pero ahora el que estaba al borde del abismo era él.
¡Sorpresas te da la vida! Los españoles hablaron y los resultados son los que son. Globalmente el voto de los ciudadanos muestra una España diversa, plural, vital y mucho más tolerante de lo que quieren hacernos creer quienes practican el sectarismo excluyente. Es indudable que han perdido los que alientan el odio desde dentro y fuera de la política.
Feijóo ha ganado pero no tiene quien le vote en la investidura. Dicen Moreno Bonilla y Ayuso que los perdedores no pueden formar gobierno salvo si son del PP, pues ambos accedieron a la presidencia perdiendo las elecciones. En 2018 ocurrió en Andalucía (el PSOE obtuvo 600.000 votos más que el PP) y en 2019 en Madrid y acaba de ocurrir en Extremadura y en cientos de municipios. Es increíble el afán de engaño y la falta de memoria. Vuelve el mantra de que España puede romperse pero desde 1978 sólo hemos visto un referéndum ilegal y una declaración unilateral de independencia de Cataluña y fue en 2017 bajo el mandato del PP de Mariano Rajoy. El independentismo ha perdido 700.000 votos y no está para nuevas aventuras desestabilizadoras.
Dice ahora Feijóo que el PSOE del okupa de la Moncloa es un partido de estado y que, por el bien de España, debe facilitar que gobierne él para derogar el sanchismo. Le pide la responsabilidad que el PP no ha tenido ni en la pandemia. No es posible insultar a todos todo el rato y luego pedirles ayuda. La soledad en política es más peligrosa que la cicuta.
No sé lo que pasará mañana pero es el momento de desterrar las trincheras, el insulto y la injuria al otro. No hay dos Españas, solo tenemos una, es ésta y es de todos.