Tiene la ultraderecha perfecto derecho, en un país libre como España, a montar una bacanal de odio contra quienes vemos el mundo de otra manera. Pero igual derecho tenemos a expresarnos quienes creemos que liquidar el estado de bienestar supone llevar a la mayoría a la miseria. El presidente de Argentina vino a España a montar un pollo ante el aplauso y aliento de Abascal y los suyos. Su visita ignoró nuestras instituciones, entre ellas al Jefe del Estado, Felipe VI. Dijo que era un viaje privado aunque en su Argentina justificó el uso del avión presidencial porque tenía que hacerse una foto con empresarios. Su comportamiento fue en todo momento indigno de un presidente de una nación hermana. Siento vergüenza y tristeza como española de que muchos equiparen el exceso verbal, chulesco y barriobajero de Milei con la actitud del presidente del gobierno de España, aunque no les guste ni lo hayan votado y aunque Óscar Puente metiera la pata y tuviera que disculparse.
Quienes crean que en política, la virtud y el acierto están en el punto medio habrán constatado que la moderación no está de moda. Regresan el extremismo y el miedo a la violencia de los años treinta. En Alemania llevan ya varios atentados contra políticos de izquierda y han sido los grandes empresarios alemanes (Siemens, BMW, Volkswagen, Allianz, Mercedes o Bayer, entre otros) los que han alertado contra la extrema derecha ante el riesgo de que se destruya “lo que hemos construido”, que no es otra cosa que un estado basado en la justicia social y en la protección de los derechos universales.
El conflicto diplomático originado por Milei seguro que acabará solventándose. Fue a gritos que llamó al papa Francisco «representante del maligno en la Tierra» y luego el león que dice ser fue a verlo como un manso gatito.
Más inquietante resulta que en la sociedad vaya calando su discurso de que la justicia social es aberrante y que debe liquidarse el estado. Imaginen una enfermedad grave en su familia sin la cobertura de nuestro sistema sanitario. Puede que Milei pueda pagar pero ni usted, ni yo, ni la mayoría de quienes le aplauden podrían hacerlo. El león Milei predica la ley de la selva pero en ella sólo sobreviven los fuertes, el resto se van al carajo.
El teólogo Juan José Tamayo en su libro La Internacional del odio, recoge la idea de Anders de que el axioma ‘odio, por tanto, existo’, es hoy más verdadero que el famoso ‘pienso, luego existo’ de Descartes. El discurso del odio encuentra ‘el placer del ser sí mismo’ en su autoafirmación por la negación del otro. Contrapone esta idea a la filosofía africana Ubuntu que afirma que «yo soy sólo si tú también eres». Yo prefiero esta filosofía del respeto por uno mismo y por el otro aunque pertenezca a esa tribu que quieren comerse estos leones de circo.