Teniendo en cuenta que todo cambia a velocidades meteóricas en este mundo nuestro y sabiendo que en política no siempre es la racionalidad sino las emociones las que mueven el voto, dibujar futuros se antoja complicado. En las calenturas del verano me permito confesar un estado emocional que puede ser compartido por quienes se preocupan por el devenir de las democracias occidentales. Así que haciendo una interpretación libre de las enseñanzas del gran pensador ilustrado Spinoza, les diré que la semana pasada vivía mi ánimo abismado en el temor (una tristeza inconstante) y sin un ápice de esperanza (una alegría también inconstante). Pero esta semana, la posible candidatura de Kamala Harris a la presidencia de los EEUU me ha devuelto al camino de la esperanza y me ha alejado del precipicio del temor. Intuyo, sin embargo, que Donald Trump que vivía la semana pasada instalado en la seguridad (alegría que nace de una idea de la cual ya no hay motivos para dudar), quizá esté hoy instalado en los abismos del temor.
El regreso de Trump, divinizado por sus seguidores tras el lamentable atentado, ya no parece inevitable. Por qué se vota a personajes como Trump o Milei siempre me pareció un misterio pero hay gente que no sólo los vota sino que los adora. Nunca he olvidado la frase que Trump pronunció en Iowa, en 2016, sobre la fidelidad de sus seguidores: «Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos». No hay mayor insulto a sus propios votantes pero, no nos engañemos, así fue y así sigue siendo. Su fe reafirma que le robaron las elecciones, que Biden es un presidente ilegítimo y que la hora de la venganza está cerca. Lo de hacer grande a América es una frase muy bonita pero muy tramposa.
«¡No voy a ser amable!», gritó en Charlotte. Nadie lo espera, el insulto es su discurso ideológico más elaborado. Tras el atentado, Biden fue amable. Trump fue cruel al tildarlo de «hombre enfermo, débil y patético». La enfermedad no se elige sino que llega, como la vejez. Kamala envejece a Trump que la mira desde tan a la derecha que dice que es una «lunática de izquierda radical». Los republicanos han resucitado antiguos insultos sexistas (Mamadas Harris, Kamalasutra, Putahontas) asegurando que Harris ascendió pasando por la cama. Ya saben que los machistas de toda la vida, esto es tradición, a las mujeres siempre nos llamaron putas y/o locas cuando sobresalimos. Me ha encantado Kamala: «Cuando fui fiscal, me enfrenté a delincuentes de todo tipo. Depredadores que abusaron de mujeres. Defraudadores que estafaron… conozco a los tipos como Donald Trump”. Qué humillante sería para este delincuente convicto e insultador ilimitado ser derrotado con ideas y propuestas por una mujer. Creo que esa es la esperanza (alegría inconstante) de muchos ciudadanos del mundo.