Injusticias
Los problemas cotidianos de la gente van por un lado y la política espectáculo va por otro. Es tal el ruido ambiental que anima a desconectarse del circo. Como el mito del eterno retorno la corrupción va y viene como el primer plato del menú. Es la sopa diaria que tanto detestaba Mafalda. No hay forma de librarse de esa sopa amarga y recurrente. Está visto y comprobado que algunos en cuanto tocan poder caen en la tentación del enriquecimiento y traicionan sus propias ideas. Hablaremos de esta basura pero hoy miraré a ese pilar del estado llamado Justicia.
Confieso estar impresionada por las aparentes dotes adivinatorias de Miguel Ángel Rodríguez, el todopoderoso jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso. No sólo marca el paso a Feijóo sino también al Poder Judicial. El 24 de septiembre anticipó: «Hasta donde sé, a esta hora: Begoña va pá’lante; el hermano va pá’lante; Koldo va pá’lante; el fiscal General del Estado va pá’lante; y Ábalos va mu pá’lante… Sánchez está terminado» Días después insistió en que la imputación del Fiscal General iba pá’lante y así ha sido. Si nos atenemos a sus palabras, «hasta donde sé, a esta hora», deducimos que conocía mucho y pronto sabría más de cuanto pasaba en cada uno de los tribunales que instruyen esas causas. ¡No hay como tener amigos en todas partes! O sea, Rodríguez y Ayuso sabían secretos judiciales y chulearon de ello antes de que los autos se materializaran. Resultado: el imputado por el Tribunal Supremo por revelación de secretos ha sido el Fiscal General que desmintió los bulos de MÁR para proteger a un defraudador fiscal confeso, novio de Isabel. ¡Qué dimita! Gritan los voceros.
Todo indica que en algunos juzgados los jueces parecen liebres y en otros, caracoles. La decisión de la Audiencia Provincial de Murcia de suspender la entrada en prisión de los empresarios condenados, en sentencia firme, por explotar y abusar sexualmente a 11 menores es la prueba. La fiscalía, alegando los 10 años de dilaciones judiciales, ha acordado suspender la entrada en prisión de los condenados. Esas menores, captadas en entornos vulnerables o en la frontera de la pobreza, han sufrido graves trastornos psicológicos y han tenido que rememorar el suplicio diez años después. Un nuevo daño a las abusadas y un alivio para los abusadores, esa buena gente que pagará con ridículas sanciones y cursos de educación sexual. Dicen que la pederastia es ilegal en este país pero no lo parece. El mensaje es demoledor para los depredadores, abuse y si le pillan alargue el juicio y siga con su vida. Un insulto a las víctimas. Es difícil creer en la Justicia cada vez que por sus agujeros se cuelan las injusticias que afectan a víctimas que las sufren en soledad porque a nadie importan. Hasta en las víctimas hay clases. Silencio en la sala.