«Muchos años después,…el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo». Tomo este comienzo de Cien años de soledad para asegurarles que por muchos años que pasen nunca podré olvidar la decepción infinita y la repugnancia que me ha producido la trama corrupta descubierta por la UCO en el corazón organizativo del PSOE. Se me hiela el alma. Santos Cerdán parece que, como dijo Zaplana, vino a la política para forrarse. Este sinvergüenza nació cerca de La Rioja, en Milagro y lo que parece milagroso es cómo careciendo de escrúpulos éticos pudo llegar tan alto en el organigrama del PSOE. Un tipo tan mediocre como Ábalos que si le ponemos un palillo en la boca, yo siempre lo he imaginado así, incluso antes de descubrirse el pastel, podría ser protagonista de una nueva saga de Torrente. Lo de Koldo en consejos de administración de empresas públicas y negociando mordidas es señal demoledora del nivel de la clase política.
Yo no recuerdo nada tan cutre y sórdido desde el ‘volquete de putas’ de Granados, el hombre de Esperanza Aguirre o las hazañas de Luis Roldán, el exdirector general de la Guardia Civil. Los audios que ha escuchado toda España no sólo son un insulto a las mujeres sino la prueba del machismo soez que pervive incluso en quienes fingen lo contrario. Confío en que nos ahorren, como en el caso Roldán, videos o fotos de Ábalos y Koldo en calzoncillos en alguna de sus francachelas. Siendo todo vomitivo, lo más sangrante es lo de Santos Cerdán, presunto delincuente pero indudable sinvergüenza. Un cínico que mientras planificaba la obtención de mordidas traicionaba a los españoles, a su partido, al presidente del gobierno y al juramento de regeneración ética. Si Cerdán algún día tuvo ideología la perdió ante un puñado de euros. A Pedro Sánchez le ha dado una bofetada a mano abierta. El engaño es una dura lección política.
Ha reaccionado rápido, no le quedaba otra, pero él está hoy como Felipe González en tiempos de Roldán, asediado y tocado ante la incertidumbre de lo que quede por salir. Corruptos y corruptores acudieron siempre a la política como las moscas a la miel, son las termitas que minan la credibilidad de la democracia. La corrupción siempre regresa: o el sistema falla o los sinvergüenzas crecen. Casi ningún partido está libre de pecado, tampoco el PP con su historial está para dar lecciones. Pero ello no exime a Pedro Sánchez de tener que hacer bastante más de lo anunciado si quiere recuperar algo de credibilidad. Además de limpiar la casa debe cambiar el modo de seleccionar a los cuadros del PSOE. Necesita recurrir a personas de demostrada honestidad, con liderazgo social y con trayectoria profesional que no estén en política ni para brillar ni para vivir sino sólo para servir.