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El ángel de la guarda

Cuando Mariano Rajoy nombró ministro del Interior a Jorge Fernández Díaz me pareció un señor serio, de los amantes del orden de toda la vida. El día en que confesó, pública y espontáneamente, que tenía un ángel de la guarda, Marcelo, que además de protegerlo le ayudaba a aparcar el coche, mi idea de él cambió para siempre. Cuando salía en la tele lo imaginaba en su cunita recitando: -Cuatro esquinitas tiene mi cama…

No está acreditado, salvo que el cielo lo desvele, que fuera Marcelo quien le inspiró para organizar una policía patriótica. Pero según he sabido de fuentes celestiales, Marcelo, estando un día sobre el hombro del ministro, asistió al momento en el que encargó a Francisco Martínez lo que denominó una tarea de titanes, como si fueran los trabajos de Hércules. Para asombro de Marcelo, este notable jurista, primero de su promoción, no rechistó. A Marcelo, sin serlo ni conocer la legislación vigente, ya le pareció que aquello vulneraba los principios morales que abren las puertas del cielo. Según me ha explicado Marcelo, la misión no era detectar delitos, sino encubrirlos. No debían buscar pruebas para ponerlas a disposición de los jueces, sino destruirlas para burlar la acción de la justicia. El fin no era proteger los intereses de España, sino ocultar las tramas de corrupción del PP. En definitiva, el mandato no era cumplir la Constitución sino burlarla.

Confiesa Marcelo que aquel día la desolación habitó en él, recordó los destierros al infierno. Decidió salir volando y así se lo comunicó a Jorge Fernández un día al salir de misa. Vio la consternación en sus ojos pero es que la eternidad es muy aburrida. Estaba cansado de aparcar coches y de pasar de puntillas por el fango de la corrupción que veía con perspectiva desde su nube celestial. Había decidido transmutarse en agente judicial. Tras las prácticas, la primera misión fue comunicar a Francisco Martínez su imputación en el caso Kitchen. Lo reconoció y sin que él le diera consejo alguno, confesó a todos los españoles: “Mi error fue ser leal a miserables como Jorge, Rajoy o Cospedal”.

Como me ha desvelado Marcelo, no hay peor cuña que la de la propia madera y aquí hay leña para varios infiernos. Barrunta Marcelo que Jorge ya ha advertido a los suyos de la que se avecina si su leal escudero abre la boca, aunque ninguno sospecha, salvo Jorge, quien será el portador de la carta certificada del Juzgado. Y es que el cielo puede esperar pero la justicia, aun siendo lenta, siempre llega. Lo último que me ha contado Marcelo es que alguna filtración debe haber porque le ha invocado un tal Pablo Casado, que dice que él era diputado por Ávila. Él de allí solo conoce a Santa Teresa y por eso le ha recordado que el infierno quema pero enseña y, al fin y al cabo, la paciencia todo lo alcanza.

María Antonia San Felipe

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