Cuando las buenas palabras son desmentidas por los hechos llega la decepción.
Casi seiscientos investigadores y riojanos firmamos un manifiesto a favor del Instituto de Estudio Riojanos (IER) preocupados por su continuidad. ¡Alarmistas!, nos dijeron. Desde el gobierno de La Rioja, negaron la mayor. El parlamento autonómico prometió unánimemente impulsarlo. Creímos en sus palabras pero ya está visto y comprobado que el proceso para degradarlo no ha cesado.
Se desconoce qué autoridad lo ha ordenado y qué prioridades ha valorado para perpetrar el atropello, pero esta semana los funcionarios todavía no desalojados han sido impulsados al semisótano. Vale, es humillante, pero peor es un desahucio, habrá discurrido la autoridad.
La investigación y la cultura siempre ocupan los sótanos húmedos y poco soleados, claro que todavía podía ser peor, existen el inframundo y las catacumbas. Una deja de creer en las buenas palabras cuando lo que ve con nitidez desmiente lo que le dicen que debe ver.
El IER no quiere morir aunque lo estén matando.