Debe ser la estupidez una fuerza motriz no estudiada suficientemente por la ciencia. En momentos de euforia parece que actúa como esas bebidas energizantes que dan una fuerza mental de la que en realidad se carece. El resultado del exceso de asnada es que igual te pones a asaltar el Capitolio en los EEUU que el ayuntamiento de Lorca, según el lugar en el que te pille el arrebato o en el que hayas nacido. Cuando vimos en la tele el asalto al pleno del ayuntamiento de Lorca media España recordó las imágenes del hombre disfrazado de búfalo dirigiendo a una turba de enloquecidos irrumpiendo en el Congreso norteamericano. El hombre-búfalo parecía feliz dirigiendo la estampida. En Lorca llamaban la atención dos individuos vestidos con parkas de camuflaje militar, que parecían hermanos gemelos ataviados con iguales prendas, vociferando y apartando policías a la vanguardia de unas decenas de supuestos ganaderos indignados.
El motivo de la protesta no es un ataque a los ganaderos en general o a los de Lorca en particular sino algo que tiene que ver con el sentido común y que cuando empieza la bronca se olvida. La nueva regulación, que no afecta a las 663 granjas de porcino que, según la Consejería de Agricultura, ya están en funcionamiento en el municipio, sino que impide que se construyan nuevas o que se amplíen las existentes a menos de 1.500 metros de las zonas pobladas, centros educativos y sanitarios de la localidad, ni a menos de 500 metros de manantiales o fuentes naturales. Yo no sé ustedes pero, convendrán conmigo, en que por mucho afecto que tengamos a los ganaderos y por mucho que nos guste el jamón o el cochinillo a nadie le apetece abrir la ventana para respirar hondo y aspirar el tufillo de una granja de 5.000 cerdos instalada en el solar de enfrente.
A estas alturas, lo más patético no ha sido el violento e injustificado asalto a una institución democrática, sino las explicaciones que algunos de los cabecillas han dado, a posteriori, cuando han visto la dimensión del despropósito. Dicen que acudieron desinformados a la toma del salón de plenos lo que demuestra lo vulnerables que son algunos a la manipulación y que los bulos y las mentiras son como espoletas de la brutalidad. A algunos se les va a caer el pelo pero seguro que quienes prendieron la mecha no rendirán cuentas ante la justicia. Lo más grave es que en los últimos años algunos que se dicen patriotas están agitando el odio y la bronca como instrumento para hacer política. En realidad los ganaderos les importan un pito. Lo de Lorca es consecuencia del clima de intolerancia en que vivimos, algunos creen que a gritos pueden imponer su verdad sobre la verdad ajena. Ojalá sirva para que aprendamos que la gresca continua no soluciona los problemas porque solo genera violencia y frustración.