
Dice la calle que esta semana en España se esperaban dimisiones, peticiones de disculpas o harakiris en público, confiábamos en atisbar un rayo de esperanza para creer que las cosas iban a cambiar en el corto plazo. Pero nada. Sin embargo, en Roma, Joseph Ratzinger ha decidido desprenderse para siempre de la púrpura del poder vaticano. ¿Qué habrá visto en la Curia el anciano Ratzinger para no querer ser por más tiempo el representante de Dios en la tierra? Si reflexionamos, el poder, sea cual sea su origen, adolece de los mismos males y le acechan iguales peligros en todas partes. No duden que la traición del mayordomo de Benedicto XVI, filtrando documentos confidenciales ha dejado a la luz las intrigas que tenían como objetivo quebrar el ánimo del pontífice.
Está claro que las aves de presa han logrado su objetivo y que en este mismo momento los instigadores de la conspiración resucitan contubernios para asaltar la silla de Pedro, cuya principal misión era difundir por el mundo el mensaje de Cristo de “amaos los unos a los otros, como yo os he amado”. ¡Casi nada, como ha cambiado el cuento en dos mil años! Yo creo que al anciano Ratzinger todavía le quedan fuerzas para seguir siendo embajador de Dios pero, todo indica, que en la Curia vaticana las traiciones lo han dejado exhausto y ya no le queda aliento para controlar y modular a toda la jerarquía eclesiástica que afila ahora puñales y lenguas para librar la batalla por el control de una institución impermeable a los cambios del mundo y ajena a los cotidianas encrucijadas de los hombres incluso aunque sean sinceros seguidores de Cristo. Es lo que tiene el poder, que a quien lo ejerce de forma plenipotenciaria acaba alejándolo de la realidad.
Pero volvamos a nuestra España, a esta democracia imperfecta y a las cloacas del poder humano. Observen lo organizado que es el poder protegiendo a los suyos. Si alguna vez creímos que todos éramos iguales ante la ley, es mejor que modifiquemos nuestro error. La Ley se te aplica a rajatabla si eres un don nadie, te desahucian y tú decides si te suicidas o te construyes una chabola de cartón. Pero si eres poderoso tus amigos te modifican la Ley en caso de apuro. Si ya fue infumable el indulto, en el último consejo de ministros de Zapatero, del banquero Alfredo Sáenz más grave me parece que ante la sospecha, ya confirmada, de que el Tribunal Supremo pudiera tumbar la resolución del anterior gobierno, el PP esté acelerando una modificación legal para permitir seguir en su puesto de banquero bien pagado al citado condenado. Si eres familiar del Rey y has participado con el actual ministro de Justicia en su época de alcalde madrileño en actividades “olímpicas”, pues te echará una mano para frenar la investigación. Si eres presidente de la patronal madrileña puedes exigir a otros comportamientos ejemplares, que no hagan huelgas para dar buena imagen, que trabajen más horas y luego pagar en sobres B, como supuestamente hizo el PP, y aunque estés defraudando a Hacienda y a la Seguridad Social, ¡qué más da! Si eres presidente de La Rioja te haces una caseta de campo tipo chalet y luego pides que cambien la norma para legalizarla porque eres olímpico y la normativa urbanística una tontería porque tú eres la Ley.
Los que tienen que dar ejemplo no lo dan, los que tienen que exigir el cumplimiento de la ley no lo hacen y la parte ancha del embudo siempre se la aplican a los mismos. Teniendo en cuenta lo bien que viven en la tierra los que se forran a costa del pueblo llano, al que exigen sacrificios y conductas ejemplares que ellos no practican, yo le pido al todavía papa Benedicto XVI que realice un poco de tráfico de influencias y, puesto que el limbo no existe, le pida a Dios que al menos en la otra vida se achicharren en el infierno todos los que se están riendo en nuestra cara. No es un consuelo, querido Papa, pero alguna ilusión hay que tener. ¡Que usted encuentre la paz de espíritu y nosotros la justicia!