Si alguien pensaba que con el tiempo Trump sosegaría sus aires imperiales que abandone toda esperanza. EEUU ya no es un aliado de los europeos sino de Putin. La pieza que ambos quieren destruir o, al menos, debilitar es esta Europa que todavía cree en la democracia y en su función social. Elon Musk ha reiterado, junto a Trump en la FOX, la simpleza de su ideario. Si “el presidente es el representante electo del pueblo y la burocracia se opone a esa voluntad del pueblo e impide que el presidente ponga en práctica lo quiere, entonces no vivimos en una democracia”. El hombre más rico del mundo y, según Trump, el más inteligente que ha conocido, se olvida de que la democracia se fortalece con reglas y leyes que todos, incluidos sus presidentes, deben respetar. Una vez elegido, según el sabelotodo Musk, puedes hacer lo que te salga de las narices o de un poco más abajo y nadie, ni los jueces, están legitimados para limitar la voluntad presidencial. Es un elogio del autoritarismo, el regreso al far west. La nueva política se basa en el puñetazo en el ojo como saludo de bienvenida y según lo que hagas saco la ametralladora. La pistola es poca cosa para acojonar al oponente.
El vicepresidente de Trump ha dejado claro que «hay un nuevo sheriff en la ciudad» y que los europeos no creemos en la libertad de expresión por combatir los bulos. No sólo ha venido a insultarnos sino a explicitar su sintonía con Putin y a demostrar que la diplomacia en las relaciones internacionales está muerta y enterrada. Trump y su banda sostienen que el único principio inspirador del derecho internacional es la ley del más fuerte. Lo del respeto a la soberanía e integridad territorial, la no agresión y todas esas bobadas del derecho internacional están pasadas de moda. El viejo imperialismo ha resucitado. Esto quiero (Groenlandia o el canal de Panamá) y esto tomo. Si nadie lo frena puede hacer igual que Putin al invadir Ucrania. Trump ha respaldado la agresión al insultar a Zelenski culpándolo de la guerra, llamándolo dictador y riéndose de él amenazándolo con que su país desaparezca mientras que le exige las tierras raras que necesita EEUU para sus tecnológicas.
El otro principio que inspira a Trump es la crueldad. Los muertos en la guerra iniciada por Putin ni le preocupan ni le conmueven. ¿Qué son los muertos comparados con los dinerales que puede obtener negociando con ese Putin al que siempre admiró? Construir un complejo turístico sobre los miles de muertos de Gaza y echar a los que quedan vaya usted a saber dónde, también es otra brutalidad.
¿Quién va a plantar cara a estos dos? Europa está avisada pero sigue atónita como los habitantes del pueblecito de ‘Solo ante el peligro’ esperando al malvado que regresa para vengarse. El problema es que nadie vemos llegar a Gary Cooper.