Mediaba la semana anterior cuando un antiguo senador popular del Reino, más conocido hoy en toda España como Luis “el cabrón” (con perdón), ingresaba rodeado de cámaras y reporteros en la cárcel de Soto del Real. Según han contado algunos presos, contentos porque les ha regalado una pantaloneta, el nuevo recluso fuma puros, juega a las cartas y se acomoda con galanura a la disciplina carcelaria y a las limitaciones de su nueva residencia veraniega. A juzgar por el relato que han ofrecido sus nuevos amigos, en Soto del Real habita un nuevo héroe al que piden que tire de la manta para que caigan todos los chorizos que quedan fuera. Los presos tienen bastante claro donde tienen que estar los ladrones, aunque también saben que si no te pillan in fraganti o le endilgas a otro el marrón, el que va al talego no es casi nunca el cabecilla de la banda sino su testaferro. Esta debe ser la causa por la que en Soto del Real se ha generado un sentimiento de solidaridad con el nuevo presidiario porque entre los reclusos comunes se comenta que los jefes de la banda siguen fuera.
En la sede central del Partido Popular dicen que ellos no tienen ningún miedo a lo que pueda contar Luis Bárcenas. Dicen (mienten) que tienen la conciencia tranquila. Actúan como Juan sin miedo. Yo les comprendo porque cuando la política se practica desde la ausencia total de ética y honestidad, cuando se miente al ciudadano a sabiendas y sin propósito de la enmienda es imposible que haya remordimiento alguno. Lo niegan todo y por eso actúan desde la temeridad. Dolores de Cospedal y sus muchachos se han fortificado en un castillo construido sobre tantas medias verdades y tan infinitas mentiras que es imposible que perdure en el tiempo esa realidad virtual que han construido para engañarnos. Ellos mantuvieron hasta el mes de febrero a Bárcenas en su nómina y vistas las millonarias cuentas en Suiza y los fraudes a la hacienda pública, supongo que le pagaban la nómina en calidad de asesor fiscal. La ciénaga en la que están nadando huele tan mal que yo pronostico que a nada que sople el viento del dios Bárcenas, el frágil edificio construido sobre mentiras increíbles, al final caerá sin remedio. El gran jefe Rajoy, que guarda silencios clamorosos ante tan lacerantes engaños, ha dejado claro a estas alturas que no sólo carece de capacidad para pilotar el gobierno sino que no existe dato económico, por favorable que sea, que pueda tapar su incapacidad política y su total ausencia de liderazgo moral. No es de extrañar que Aznar, amigo de sus amigos de la Gürtel, que pagaron los eventos de la boda de su hija en el monasterio de El Escorial, se haya convertido en su principal contrincante. Está claro que en el gran teatro nacional que es España se está representando una gran farsa que puede acabar en tragedia porque están poniendo a prueba nuestra paciencia, están insultando a nuestra inteligencia y se están riendo de nosotros en nuestra propia cara.
Doña Dolores de Cospedal ha declarado que el PP se está desnudando públicamente en un ejercicio de transparencia sin precedentes en la democracia española. La señora Secretaria General del PP se ha quedado tan ancha pretendiendo que nos creamos que tantos millones de euros en cuentas suizas y sobresueldos se obtenían todos por medios lícitos y conductos transparentes y que si algo se hizo mal ellos no sabían de donde venía el dinero que cobraban. Todos eran mudos, sordos y ciegos. Está claro que llega el momento de decir la verdad. El 99% de los españoles no tenemos ninguna duda de lo que ha estado pasando en los últimos años. Estamos gobernados por una casta política autodenominada “la banda de los sin miedo”, aunque bien sabemos que el pánico que habita en la sede del PP y del gobierno de Rajoy es de tal calibre que estos días, además de sobres con nóminas generosas, se reparten los pañales que Bárcenas les ha enviado para que no lo olviden.