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Entre visillos

Que nos parta un rayo

    

Hans-Werner Sinn

          Si usted pertenece al nutrido grupo de españoles que cree que en España las cosas van mal, tirando a muy mal, no sea tan optimista que todo es susceptible de empeorar. Puede ocurrir que con las tormentas veraniegas nos parta un rayo o puede suceder que los marcianos en vez de invadirnos, como en las películas, nos lleven a todos al país de Jauja.

            Voy a contarles un cuento. Antes de que la primavera llegara, se escuchó la voz atronadora de un economista alemán llamado Hans-Werner Sinn. Este señor, al que usted y yo jamás tendremos el gusto de conocer, además de pertenecer a un prestigioso instituto de finanzas (IFO), es el inspirador de algunas de las recetas neoliberales que triunfan en Europa. Desde hace tiempo canta coplillas en el oído de Angela Merkel y después, por arte de magia, una tropilla de burócratas europeos ponen en marcha una rueda de ajustes. Van hilando y tejiendo nuestro futuro en una rueca maligna, van armados de unas tijeras mágicas que recortan derechos, libertades, servicios y esperanzas. En la Unión Europea y especialmente en los países del sur, que un día creyeron que eran ricos hasta que de pronto descubrieron que en vez de príncipes eran mendigos, un cielo negro amanece cada día y no hay hada buena que neutralice el conjuro. Pues bien, en el mes de marzo Hans-Werner Sinn ya aventuró que en España la crisis se prolongaría diez años más y que el país debía sufrir una devaluación interna del 30%. El brujo de las finanzas Hans-Werner Sinn aconsejaba entonces al gobierno de Rajoy ir bajando progresivamente los salarios, eliminar el salario mínimo y el Estado del Bienestar aunque le costara el cargo, como ya ocurrió con Schröder en 2003 en Alemania. Así que el gurú alemán ya señaló el camino que unos meses más tarde ha hecho suyo el Fondo Monetario Internacional y ahora el vicepresidente económico de la Comisión Europea, Olli Rehn proponiendo una rebaja salarial del 10%, al tiempo que amenaza nuestras conciencias afirmando que quienes “lo rechacen frontalmente cargarían sobre sus hombros con una enorme responsabilidad nacional por los costes sociales y humanos”. En conclusión, que tenemos que aceptar este regalo envenenado que nos otorgan los dioses de cartón-piedra del Olimpo europeo. Esto se va ha hacer realidad, no lo duden. Pero esta actitud resulta inmoral y canallesca viniendo de unos dirigentes europeos que no vieron ni de lejos la que se avecinaba a la vieja Europa con el invento del euro como moneda única, en un espacio económico que no es homogéneo, ni desde el punto de vista productivo ni desde el punto de vista social. Sin olvidar que son ellos los que han permitido la especulación a gran escala, la evasión de capitales a paraísos fiscales, los fraudes masivos a las  haciendas públicas y encubierto la corrupción.

            Mientras esto ocurre el Defensor del Pueblo catalán ha hecho público un informe alertando de que 50.000 menores en Cataluña sufren privaciones alimentarias y que los servicios médicos han detectado más de 750 niños con síntomas de desnutrición. Si extrapolamos los datos al resto de España concluiremos que estamos ante un gravísimo problema social. Estamos conviviendo con una creciente miseria y no queremos ver la realidad. Las recetas económicas de este tipo de gurús no están dando los resultados prometidos y muchos economistas, entre ellos los premios Nobel Stiglitz y Krugman, niegan la posibilidad de crecer con este aceite de ricino que nos están aplicando como si fuera el bálsamo que todo lo cura. Esta sociedad en la que cada vez hay un unos pocos ricos, inmensamente ricos y una creciente infinidad de pobres, no es la Europa ni la España que queremos y por las que debemos luchar. Permítanme la broma,  si este es el único camino, creo que es mejor optar por la posibilidad de que nos parta un rayo, al menos la agonía no será tan prolongada.

María Antonia San Felipe

Sobre el autor

Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.


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