A veces tengo dudas de si el 20 de diciembre pasado los españoles fuimos a las urnas o si por el contrario compramos un boleto de lotería, que por cálculo de probabilidades lo normal es que no toque y a lo mejor por eso todavía no tenemos gobierno. Aquel día votamos lo que votamos y ahora los partidos no pueden decirnos que no les gustó nuestra libre elección. Sería inaudito que pretendieran hacernos creer que la repetición de elecciones es algo natural porque no lo es y en España ya tenemos suficiente madurez democrática como para consentir la broma de que los que nos equivocamos fuimos nosotros.
Ha pasado la Semana Santa y Rajoy sigue tumbado en el sofá esperando el fracaso de los otros mientras él vive aislado de la realidad, ignorando la decadencia de su partido, su corrupción y su necesidad de regeneración. Por eso Aznar le ha insinuado que hay que renovar los liderazgos situándolo así en el tiempo de la historia. Rajoy, experto en dejar pasar el tiempo, corre el riesgo de convertirse en un aciago recuerdo.
Por fin, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se han reunido en un clima aparentemente más amable. Iglesias ha querido superar la paletada de cal viva del debate de investidura con sonrisas y renunciando a un puesto que, como bien sabemos, nunca tuvo: la vicepresidencia del gobierno. Él se lo guisó y él se lo ha comido, aparenta así querer un acuerdo. Está claro que Iglesias maneja los mundos virtuales con maestría y parece un prestidigitador cargado de golpes de efecto. Veremos qué ocurre, aunque también él sabe que está en situación de mayor debilidad que hace tres meses, el conflicto interno con Errejón no sólo pesa en lo personal sino en la fuerza de su propia organización.
Por su parte Sánchez, como sabemos, une a su mal resultado electoral la enorme presión de la presidenta andaluza Susana Díaz y de otras baronías ansiosas de administrar los restos del naufragio. Si Sánchez consigue la presidencia del gobierno los conflictos internos se aparcarán y quizás sea una manera de pacificar y de reorientar un PSOE tan confundido como el resto de la socialdemocracia europea. El mayor empeño de Sánchez es tratar de conseguir la cuadratura del círculo con su pacto con Ciudadanos y tendiendo la mano a Podemos, veremos si este reto es su mayor éxito o su mayor fracaso. Ahí reside el misterio.
El problema es que la suma de Ciudadanos y PSOE (130) no da y la de PSOE y Podemos (161), siendo mayor, tampoco. Alguno tiene que mover su posición en base a un acuerdo de mínimos sobre cuestiones que los tres comparten y entre todos tienen que superar los obstáculos, salvo que Rajoy, que es el que está más sólo, porque ha sido incapaz de intentar acuerdo alguno, se decida a permitir un gobierno sin él. Lo cierto es que tras la renuncia de Rajoy son: PSOE, Podemos y Ciudadanos los que tienen nuestro destino en sus manos. España está plagada de problemas mientras nos tienen entretenidos con estos fuegos de artificio. No podemos permitirnos el lujo de estar casi un año sin un gobierno con apoyo parlamentario suficiente para iniciar cambios urgentes y necesarios.
Deben sentarse en una mesa presidida por la sensatez y de ella debe salir un gobierno, si no es de coalición deberá ser propiciado por la abstención de Ciudadanos o de Podemos. Si finalmente se inicia la negociación a tres va a ser complicado romperla, salvo que todos nos estén engañando y estén preparando la escenografía de unas nuevas elecciones. Al final va a ser el miedo a perder lo que tienen el que, hoy por hoy, puede abrir las puertas a un acuerdo. Si habrá gobierno ni ellos lo saben, pero que no se olviden de que los ciudadanos cabreados pueden volver a votar lo mismo, situándolos en igual encrucijada o castigar al que les haya defraudado. No hay mayor riesgo que jugar con fuego.
Funcionaria. Aficionada a la escritura que en otra vida fue política. "Entre visillos" es un homenaje a Carmen Martín Gaite con esa novela ganó el Premio Nadal en 1957, el año en que yo nací.