Todo aquel al que le guste el fútbol habrá tenido su ‘momento transistor’. Llámele transistor, llámele radio del coche, llámele radio de lo que sea. Vaya, que ha escuchado y sufrido y gritado y disfrutado un partido por la radio. Pues, amigos, eso ya también está en peligro (una más).
A las radios que cubren los partidos de Primera y Segunda División, la Liga de Fútbol Profesional(con el beneplácito de los clubes) les está chantajeando. Directamente y sin paños calientes. Dicen que tienen que cobrarles como a las teles, pese a que las radios no emiten ni las imágenes ni un contenido exclusivo. Las radios sólo narran lo que ven, dan la versión de la realidad que captan los locutores. O sea, que hacen periodismo. Pero ahora por eso también hay que pagar.
Sensatamente, las radios no han cedido. Sostienen que si se les cobra (como en los Mundiales y Eurocopas), deberían disponer de unos medios para realizar decentemente su trabajo, cosa que no sucede en los campos españoles. No en la mayoría. Y esto, al margen de lo que se sospecha que está tras la petición, que es sufragar el cuantioso déficit de la LFP.
Quizás sea exagerado alegar que peligra el derecho a la informaciónde los ciudadanos. Aunque el fútbol se siga considerando de ‘interés general’. Pero es como si empezaran a cobrar por la asistencia de los medios a los plenos del Congreso o a las comparecencias del presidente del Gobierno. Absurdo, ¿no?
El problema es que se quiere solventar una crisis galopante anclada en cifras indecentes, deudas multimillonarias y prácticas sospechosas. Quizás deberíamos dar la espalda al fútbol, quizás si restringimos la información del fútbol, terminen por asumir que los divos sin público no son nada.