Ya les adelanto que estas líneas encontrarán algunos detractores. Pero oigan, una es como es, y ya es algo tarde para cambiar. Verán: aunque pocos, hay asuntos en los que no admito tonalidades. No hay gris que valga. La cosa es blanca o negra. Y una de ellas es el tema del intrusismo profesional. En muchos casos, no hay problema por que un individuo trabaje de algo de lo que no se ha formado. Suele pasar en disciplinas relacionadas con las Humanidades. No importa que alguien que no ha estudiado Periodismo ejerza de tal; y suele dar lo mismo que alguien que hizo Filosofía y Letras dé clases de Conocimiento del Medio o de Matemáticas.
Lo que ya no hace tanta gracia es que un señor que no ha pasado en la vida por una facultad de Medicina o de Odontología regente una consulta privada sin título de por medio. De hecho, no es que no haga gracia; es que es un delito.
Y si en esto tenemos la lección bien aprendida, no entiendo por qué en otros ámbitos no. Por poner un ejemplo, las cajas de ahorros. Resulta que metimos a políticos (de todos los colores), empresarios y sindicalistas en los consejos de administración sin que ¡ojo! ninguno hubiera demostrado ya no su titulación sino su valía para tomar decisiones sobre Economía.
Vimos cómo se cargaban la mayoría de las cajas de ahorros sin reproche ni sonrojo. Y ahora, ni siquiera somos capaces de pedirles cuentas por los desmanes que perpetraron. Todo lo contrario, porque además esperan indemnizaciones millonarias. No sé ustedes, pero yo ya he buscado un bonito local para abrir una consulta de Psiquiatría. Que las ansiedades afloran mucho últimamente. Sobre todo, entre políticos/economistas/intrusos.