De entre todos los perfumes, libros, joyas, complementos, pijamas, juguetes y detalles varios, espero que hayan sido previsores y no olvidaran pedir un determinado regalo a Sus Majestades de Oriente: una buena dosis de paciencia.
La van a necesitar. A partir de hoy, estrenamos una temporada que se antoja complicada. Es año electoral, por partida doble, y desde ya mismo comenzarán las pugnas entre los partidos para ver cuál consigue llevarse el gato al agua, primero en mayo y luego a final de año. Les vendrá de maravilla el presente de la paciencia que les hayan traído los Reyes Magos porque nos veremos irremediablemente abocados a una lucha feroz, sin cuartel, sin complejos y casi seguramente sin verdades.
Unos nos venderán la burra de la tan ansiada recuperación económica y nos calificarán antipatriotas si dudamos un ápice del cacareado crecimiento español.
Otros nos dirán que de eso, nada. Que las cosas están igual (si no peor) que hace cuatro años y que sólo con ellos tiene el panorama visos de mejorar.
Unos cuantos vocearán que lo mejor es romper con el sistema para crear uno nuevo, en el que la desigualdad y la injusticia no rija nuestros destinos. Y que, aunque no saben muy bien cómo, ellos son los únicos limpios que no buscarán su lucro personal.
Aún quedará un puñado de iluminados que seguirán enquistados en sus reivindicaciones anacrónicas según las cuales es mejor vivir aislados pero ‘libres’ que en unida comunidad.
Y así hasta casi el infinito. Vamos que, si no han recibido paciencia estos días, la tendrán que pintar. Y deberían abrocharse el cinturón porque se avecinan curvas. O elecciones, que es prácticamente lo mismo.