Muchos de ustedes estarán disfrutando hoy de los presentes que Sus Majestades de Oriente les han dejado a los pies (o zapatos) del árbol de Navidad. Yo aún tendré que esperar. No es que no haya sido buena, lo que ocurre es que he pedido tres regalos que se harán realidad dentro de un tiempo, en diferido, que diría María Dolores de Cospedal.
A Melchor le he pedido que nos traiga un presidente del Gobierno. No le he dicho cuál, que no quiero que el venerable anciano de inmaculada barba se vea constreñido por demasiadas exigencias. Pero que traiga a alguien que forme gobierno porque esta incertidumbre es cosa mala. Me parecía demasiado esfuerzo solicitarle a Melchor que aclare el follón que tienen en el PSOE, que es mago pero no milagroso.
A Gaspar le he rogado que elija de una vez a un ‘president’. Andan las aguas revueltas por Cataluña y visto que ellos solos no son capaces de apañar una solución duradera para ocupar la Generalitat, tendrá que intervenir un Mago de Oriente como el de cabello castaño para que de una vez por todas se empiecen a resolver todos los acuciantes asuntos que tienen los paisanos catalanes.
Baltasar es el que más fácil lo tiene, que bastante tiene él ya con saber qué demonios es eso de la mirra. El Rey más moreno también tendrá que decidir sobre quién ocupará otra de las sedes vacantes que nos tiene en vilo en las últimas semanas, pero ésta traerá seguro muchas menos deliberaciones. Sólo tendrá que cavilar el último Rey Mago quién ejercerá de pastor de la diócesis riojana, que desde que Omella tomó rumbo a Cataluña (no sé si Gaspar tendrá algo que ver), también en La Rioja andamos con un puesto libre.
A ver si cumplen.