No sé qué está pasando. Tengo la inquietante sensación de vivir en un ‘déjà vu’ perpetuo. Yo tenía la impresión de que el Rey Felipe VI ya había recibido a los líderes de las formaciones políticas españolas para preguntarles sobre su intención de formar gobierno. Y ya se me había quedado la idea de que nadie había conseguido alcanzar un acuerdo.

Otra de esas sugerentes vivencias que se me habían marcado a fuego en la corteza cerebral era que una mujer (¡!) pretendía optar a ser elegida como candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos. Tenía yo la impresión de que dicho acontecimiento había estado a punto de suceder, pero que las mentes estadounidenses habían impedido semejante tropelía en su momento. Creía que un desconocido e inexperto senador Obama había desbancado las opciones que tenía Hillary para ser la primera mujer en ocupar la silla más poderosa de la Tierra. Por lo visto, debo de estar perdiendo facultades porque Obama se ha transformado en un abuelito que hace décadas que peina canas.

También se me había metido en la cabeza que el PP de Valencia ya había pasado por el cadalso público de la corrupción y que ya no quedaban manzanas podridas en el cesto de los populares levantinos. Hasta se me había quedado grabada a fuego la imagen de un presidente valenciano que sonrojó a media España por supuestamente recibir prebendas a cambio de adjudicaciones.

Ya les digo, no sé qué me está pasando. Yo tenía la sensación de que todas estas cosas ya habían pasado, pero hoy me levanto y veo que todo vuelve a suceder. Como en el día de la marmota, pero sin tantas risas, sin la marmota Phil y sin Bill Murray. Una pesadilla en bucle, vaya.