Les voy a desvelar un secreto inconfesable. Sólo lo diré una vez y si me preguntan negaré haberlo admitido: cada día que pasa me cae mejor Artur Mas. Sé que aquellos que siguen estos humildes comentarios quincenales se restregarán con fruición los ojos creyendo haber leído mal. Pero me reafirmo: cada día me cae mejor Artur Mas. Vaya, lo he vuelto a decir. No lo repetiré.
Y es que el president de la Generalitat (léase yeneralitat) es una bicoca. Cada pocos días sale con alguna idea de esas que te obligan a esbozar una sonrisa. Muchas veces de incredulidad, pero sonrisa al fin y al cabo.
La última ocurrencia del senyor Mas es habilitar una lotería catalana. Primero anunció un sorteo, para el día de Nochevieja. Y luego se descolgó con que si la cosa marcha bien, se plantearán impulsar otros tres más, en fechas significativas para la nación catalana: la Diada, Sant Jordi y Sant Joan.
No me negarán que estas bravuconadas son divertidas. Yo al menos gozo con noticias así. Lo preocupante es que este tipo de iniciativas peregrinas siempre buscan reforzar esa pretendida diferenciación nacionalista. Ojo, que hagan lo que quieran, pero deberían tener cuidado para no desmandarse con apropiaciones culturales peligrosas. No vaya a ser que cunda el ejemplo y se alcen como ciertas algunas afirmaciones oídas como que Colón y Cervantes eran catalanes (sic) o que Tutankamón era vasco (por aquello de la k, supongo).
Para eso, prefiero que hagan como el tozudo del venezolano Maduro que, puesto a decir bobadas, comentó que el difunto Chávez se comunicaba con él a través de un pajarito. Quizás es que Mas oye a Tarradellas a través de una paloma. En cualquier caso, gracias Artur (rediez, otra vez).