Aún no he conocido a nadie que acuda a la consulta del médico por placer. Siempre existe algún motivo, aunque luego resulte una nimiedad, pero nadie pide cita, deja de hacer lo que tiene que hacer, acude al centro de salud (u hospital), espera hasta que se le llama y entra en la consulta para relatar su preocupación de salud sin una buena razón. Sin embargo, cada vez más frecuentemente, los pacientes se topan con facultativos que, por una u otra razón, se comportan con descortesía, malhumor o desinterés. Como mínimo.
La mala educación se ha convertido en una constante en muchas consultas médicas, por no hablar de la falta de información al paciente o del escaso tacto con el que se comunican (eso, cuando se hace) las dolencias, recomendaciones o tratamientos. Todas estas conductas suelen llevar aparejadas la perplejidad del paciente que, en muchas ocasiones, no encuentra otra salida que recurrir a Internet (o a los conocidos) para completar la información que necesita, con el consiguiente riesgo para la salud.
Algunos médicos se escudan en que los recortes y la falta de presupuesto les impiden hacer su trabajo todo lo bien que desearían. De acuerdo, pero no debería ser necesario recordar que TODOS los ciudadanos hemos sido víctimas de dichos recortes de una u otra forma (a veces, de varias) y no por ello cumplimos con nuestro trabajo de forma desidiosa y maleducada, más aún si es de cara al público.
Afortunadamente, esto no ocurre siempre. La sección anexa a este comentario da fe casi a diario de la buena praxis de grandes profesionales. Son ellos los que no deberían tolerar que los otros les resten mérito. Porque, para su desgracia, lo hacen.