A las puertas de la Navidad, me permito adelantar mi carta a los Reyes, pero esta vez paso de Melchor y compañía y me dirijo al hombre que tendrá nuestras ilusiones (o decepciones) en sus manos.
Querido Rey Mariano:
Este año he sido buena y he trabajado mucho, pese a las críticas situaciones que viven las empresas. He pagado mi hipoteca con puntualidad británica, pese a los escarceos del señor Euríbor. He sufragado todo el IRPF y la Seguridad Social que me correspondía y he pagado todos mis impuestos, tanto estatales, como regionales, municipales e indirectos y demás familia.
Por eso, como he sido muuuuuy buena, le pido que ponga las bases para que mi amiga, que se ha quedado en el paro, pueda encontrar un trabajo digno en breve y que su hija pueda disponer en un futuro de una educación y sanidad de calidad sin tener que pagar un plus de exclusividad. Y como ellas dos, todos los demás.
También quiero que coja de verdad el mando y que empiece a hacerse (y hacernos) respetar en Europa, que ya está bien de ser el hazmerreír de la UE. Dé un golpe encima de la mesa de Angela y Nicolas, a ver si dejan de tomarnos por el pito del sereno.
Además, le invito a que sacuda bien los cimientos bancarios y bursátiles para que mi vecino no tenga que quedarse sin casa por los desmanes de esos señores que luego se jubilan a los 50 años sin haber dado un palo al agua y con indemnizaciones que cubrirían los desahucios de media España.
Le pediría muchas más cosas pero entiendo que anda fastidiado el panorama y otros también tienen derecho a escribir sus cartas. Por pedir que no quede.