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El otro Villas Boas es brasileño y lucha por tener una oportunidad en los banquillos

Les separan 1.470 kilómetros. Pese a compartir los mismos apellidos no son hermanos. El destino les ha unido también en ejercer la misma profesión, pero con desigual fortuna. Uno, con una ganada reputación, ejerce como entrenador en Londres. En el Tottenham. El otro, un total desconocido, desde Viena trata de hacerse con un hueco en el imprevisible mundo de los banquillos. Lo hace desde la categoría amateur dirigiendo al modesto BW Hetzendorf, un equipo de barrio de la capital austríaca. Se llama Mauro. Tiene 44 años. Lo dicho. No tiene ninguna consanguinidad con André, actual técnico de los ‘spurs’. Habla portugués, castellano, inglés, francés y alemán. “Eso de apellidarnos igual me beneficia. Es algo que a la gente le llama la atención, pero también me viene bien ser brasileño porque mi país es una referencia en el mundo del fútbol”, mantiene el técnico, nueve años más mayor que el portugués.

 “Mi meta es entrenar al máximo nivel, y si alguna vez me enfrentase a André, prepararía el partido como uno más y con el objetivo de sumar los tres puntos. Él (por André) es una grata sorpresa, un aire fresco en los banquillos. Tiene talento y está aportando sus ideas. Él ha tenido suerte. Lamentablemente, la gran mayoría de los clubes no creen el potencial de un entrenador desconocido o joven. ¿Qué hubiera pasado si el Barça no le hubiera abierto la puerta a Guardiola? O a Mourinho en su país. A él también le dieron una oportunidad en su día y miren en lo que se ha convertido. Un entrenador con un impresionante prestigio”, argumenta.

 El brasileño, autodidacta cien por cien, se decanta más por el libro de estilo del actual entrenador del Bayern. “No creo en el entrenador perfecto, puesto que el ser humano es de por sí imperfecto. Trato de aprender de todos  y quedarme con lo mejor de cada uno. Todos los técnicos tienen virtudes y defectos. Me quedo con cosas de Scolari. Tite (Corinthians), en su día de Cruyff y también de Guardiola. ¿Mou o Pep? Me quedo con el segundo. Su filosofía del fútbol me va más. Hay que tratar siempre de jugar bien con un buen trato del balón”, afirma.

Mauro viene ejerciendo su carrera de entrenador en Austria. La temporada pasada dirigió a los cadetes del Admira Wacker. Actualmente, entrena al BW Hetzendorf, un equipo formado por jugadores menores de 23 años. “Es un equipo amateur, equivalente a uno de Preferente en España”, explica el brasileño, que no tiene un contrato firmado. El suyo es de palabra. Economía sumergida en el fútbol. “Es lo que hay. No hay una seguridad. Los clubes no quieren comprometerse. No desean pagar impuestos y tienen miedo de si luego les denuncias y vas a los tribunales. Yo sé lo que quiero. Me gusta entrenar. Es mi vida. Hasta que me llegue la oportunidad me toca hacerlo así”, mantiene. El brasileño tiene claras sus directrices. “Doy una importancia a la técnica, por lo que les insisto con ejercicios para mejorar la conducción y toque de balón. Trato de que los chicos se sientan profesionales. Se les cae la baba con las charlas que les doy, los entrenamientos y las jugadas que ensayamos”, mantiene.

Mauro Villas Boas no llegó a jugar nunca en la élite. En su país militó en clubes muy modestos. “Nunca jugué con gente conocida. En un curso de entrenador coincidí con Donizete, que jugó en la selección fe Brasil y lo hizo en clubes como el Benfica o América de México. Volviendo a mi época de futbolista,  me acuerdo que con  13 y 14 años lo hice en un equipo de Sao Paulo con  el que ganamos un campeonato en el que estuvimos 25 partidos sin perder”, dice con nostalgia.  Con 24 años llegó a jugar en España. En concreto lo hizo en el Altea en Regional  Preferente. Antes, probó en el Alicante. “Me presenté a un partido-entrenamiento y el entrenador me puso como interior izquierdo. El partido se inició con un ritmo frenético. Todos subíamos y bajábamos. Los jugadores corrían más que un coche. Yo no estaba acostumbrado, pues en Brasil, el ritmo es más lento. Lo que se mueve es el balón. En esos 45 minutos corrí lo que no había corrido en toda mi vida. Ganábamos 4-0 y pensé que en  la segunda parte se bajaría la intensidad… ¡Todo lo contrario¡”, recuerda entre sonrisas.

De España se marchó a Austria. Allí también fue un jornalero del fútbol. La Regional volvió a ser su hábitat. Tras colgar las botas, decidió hacerse entrenador. “Normalmente, un técnico empieza su carrera con el fútbol de formación. Digo siempre que los chicos son pequeños profesionales”. Mauro desvela su filosofía. “Me gusta el fútbol ofensivo, aquel en que tu equipo pueda mostrar estabilidad y fuerza en todos los sectores y que tenga como objetivo marcar goles, que es sin duda, la esencia del fútbol”, explica.

Hace tres meses, el brasileño inició el curso para obtener la licencia FIFA B. Acaba en 2014 con una prueba oral. Todo un reto. La llave de su sueño. Con él, en el bolsillo, podría dirigir en cualquier lugar del mundo. “No me pongo límites. Me gustaría entrenar a un club profesional y tratar de ganar lo máximo. Llevo en mi sangre el gen ganador. Necesito una oportunidad, como la que tuvo Mourinho en el banquillo o Etoo como jugador. Sé que tengo calidad, pero me falta una oportunidad real”, señala. Otro hándicap que tiene Mauro es que no tiene representante. “No tiene sentido que lo tenga ahora. Con el tiempo ya llegará”, señala.

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