En la entrada de esta semana nos ocupamos de la Mediación familiar. Ésta abarca la posibilidad de trabajar diferentes aspectos dentro del ámbito familiar que iremos abordando en varios posts. El primero de hoy es relativo al divorcio atendiendo a la premisa de “se separan los padres no los hijos”.
Resolver una ruptura de pareja en el espacio de mediación ayuda a los protagonistas a:
1.Establecer una comunicación en un espacio neutral que da la oportunidad de escucharse sin reproches sobre el pasado.
2. Trabajar en enfoque hacia el futuro desde el momento presente, en lugar de quedarse anclado en el pasado.
3. Expresar sus sentimientos y emociones respecto al cambio de la dinámica familiar.
4. Ser ellos, ambos padres, los que decidan sobre el tiempo que compartan con sus hijos en respuesta a sus necesidades y motivaciones.
5. Responder a los intereses personales de todos, los progenitores y los hijos.
6. Respetar la flexibilidad de los tiempos en relación a visitas con la familia extensa de ambos: abuelos, primos,…. Pensemos en fechas especiales compartidas como los cumpleaños de los menores.
7.Facilitar comprensión y adaptación de los hijos a unos cambios de dinámica familiar trabajando de manera conjunta ambos padres.
8. Decidir sobre compromisos y acuerdos que se adaptan a las necesidades e intereses reales de todos.
9. Altos beneficios emocionales porque se llega a acuerdos por medio del diálogo y no por la imposición por parte de terceros (dígase, juez) que ni siquiera conocen a sus hijos.
La experiencia que hemos vivido en estos casos es muy gratificante cuando se escucha a ambos padres reconocer verbalmente al otro progenitor su función de padre y madre, que en otro espacio como el judicial no daría opción.
En la mediación se interviene desde el rol que van a seguir ejerciendo ambos en la educación de sus hijos, y en que todos salgan ganando en tiempos compartidos de ocio y tiempo libre con sus hijos, en igualdad de oportunidades para que la ruptura de pareja afecte en la menor medida posible a la evolución afectiva de los menores.
Si los padres deciden libremente este camino de la mediación establece pautas de comunicación en beneficio de responder emocionalmente a sus hijos y de seguir compartiendo la responsabilidad por parte de ambos de dar respuesta a las necesidades particulares de cada uno de aquéllos.
Y lo más importante, que los hijos no sientan que son objeto de polémica. Se busca que el cambio de casa del progenitor no custodio (si no existe custodia compartida) no se haga de manera traumática sino adaptativa a las circunstancias apropiadas a la edad y al desarrollo cognitivo de los niños. Esto ayudará a que se adapten mejor a los nuevos cambios tras un divorcio que supone adaptación a nuevas dinámicas familiares.
Por ello hablamos de bailar el tango, porque exige ir acompasados, al mismo ritmo y en la misma dirección, a fin de gestionar la ruptura de la pareja no como una forma de ruptura de la familia sino de transformación de la misma.
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Silvia Landa Ocón (638-32-07-38)
Inmaculada Aragón Corvera (627-93-48-90)