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Marcelino Izquierdo

Historias Riojanas

Bomberos de Logroño desde 1912

Hace cien años, el 1 de julio de 1912, comenzó a funcionar el primer Parque Municipal de Bomberos de Logroño. Y lo hizo bajo el impulso del Ayuntamiento de la capital riojana, que aprobó la creación de la primera plantilla del Servicio Municipal de Incendios. Era entonces alcalde de la ciudad el liberal amosista Alfredo Muñoz Martínez de Morentin, quien ya estuvo al frente de la Corporación entre el 1 de septiembre de 1906 y el 1 de julio de 1909. Nacía así el Cuerpo de Bomberos, que en 1914 vería redactado su primer reglamento y tendría que afrontar su «gran bautismo de fuego» -valga la redundancia- el 9 de julio de 1914, con el incendio que calcinó la Plaza de Toros, situada en la actual confluencia de las calles Avenida de Colón y Duquesa de la Victoria.
Contaba por aquel entonces el Parque logroñés con una plantilla de 36 bomberos que, además de apagar fuegos y colaborar en cualquier catástrofe, eran especialistas en albañilería, carpintería, fontanería o mecánica, bajo la dirección facultativa del arquitecto municipal de turno.
Depósitos Municipales
El primer Parque de Bomberos de la ciudad fue instalado en uno de los pabellones del edificio de los Depósitos Municipales, situados en plaza de Murrieta, actual plaza del Alférez Provisional. Son los que pueden verse en la imagen tomada por Alberto Muro, fotógrafo calagurritano que estudió en Bilbao, y que instaló su estudio en la capital riojana en 1895.
El posterior traslado de los Depósitos Municipales permitió la ampliación del Parque de Bomberos, que permaneció en esa zona hasta 1989, tras la construcción de las actuales instalaciones de Pradoviejo. El edificio estaba situado delante del Gobierno militar, en la calle Sagastuy, justo donde ahora hay unos enormes aparcamientos.
Durante décadas, el Servicio de Extinción de Incendios de Logroño se fue dotando de los medios materiales más modernos, como aquella legendaria regadora automóvil-bomba Laffly, el camión Federal, el coche tanque Pegaso (de fabricación española) o la autoescalera Mercedes que llegaba, según decían los chiquillos, «casi hasta el cielo».
Durante este siglo de existencia, tres han sido los integrantes del Cuerpo de Bomberos que han perdido la vida en acto de servicio. Se trata de los arquitectos municipales Fermín Álamo y Andrés Ceballos, muertos en 1937 durante un incendio ocurrido en el aeródromo de Agoncillo, y el bombero Juan Gispert, en la extinción del fuego que afectó en 1987 a la fábrica de calzados Mazo.

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Certezas, curiosidades y leyendas del pasado, de la mano de Marcelino Izquierdo

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