El 29 de octubre se cumplen 130 años del nacimiento de Narciso de Estenága y Echevarría, un riojano ilustre que llegó a ser obispo, confesor del rey Alfonso XIII y declarado por la Iglesia Católica como beato y mártir, tras ser asesinado en 1936, durante los primeros compases de la Guerra Civil española.
Nacido en Logroño el 29 de octubre de 1882, Narciso de Estenaga y Echevarría era hijo de un jornalero y de una lavandera. Bautizado en la parroquia de Santa María de Palacio -vivía en la calle del Coso, según confirma el historiador arnedano Felipe Abad León- , años más tarde fue confirmado por el obispo de la Diócesis de Calahorra, Antonio Cascajares, antiguo obispo prior de Ciudad Real, curiosamente un antecesor suyo. Según su biógrafo José López de la Franca, Estenaga es el primer obispo proveniente de una familia humilde.
Huérfano desde niño
Siendo todavía un niño fallece su padre, Nicanor de Estenaga y Lizarralde, por lo que la familia -de origen alavés- se traslada a Vitoria y al poco tiempo, cuando apena tiene 11 años, también muere su madre, Eugenia Echevarría y Del Campo. «Huérfano a muy corta edad -explica el historiador De la Franca-, ingresa en el Seminario de Aguirre para niños pobres de Vitoria, bajo la tutela de la Madre Corazón, Santa María Josefa -la primera santa vasca-, fundadora de las Siervas de Jesús. Esta mujer acoge a este chico, le paga la carrera y le envía al Seminario de Toledo». Es por ello que este riojano ilustre siempre se declaró deudor de las Siervas de Jesús. «Yo que tuve la mala suerte de perder a mis padres de niño, me acogí al patrocinio de la Virgen María», Había afirmado más de una vez el propio Estenaga.
Antes de ordenarse sacerdote en Toledo se presenta a las oposiciones de canónigo y las aprueba, aunque no le dan el cargo porque aún no había concluido los estudios. Sería poco después cuando accedería a la canongía, hasta llegar a ser deán de la catedral primada, con el encargo de catalogar todas las obras allí reunidas. Es entonces cuando comienza a escribir la historia y el catálogo de la Catedral de Toledo, con más de cien mil fichas completadas, magna obra que no llegó a concluir porque en ese empeño le sorprendió la muerte.
Confesor del rey Alfonso XIII
Decisiva en su vida fue la amistad que mantuvo con el rey Alfonso XIII, quien piensa en él para regentar la diócesis que más quiere. Como el monarca era gran maestre de las Órdenes Militares, por autoridad apostólica nombra al obispo de Ciudad Real, que también es prior de las Órdenes Militares. Así, promueve a Estenaga para el cargo, que ya era su gran amigo y su confesor, en el que toma posesión en julio 1923. Un mes antes fue investido caballero de la Orden de Santiago, apadrinado por el propio Rey, que le regala el pectoral de obispo y el hábito de gran maestre.
Además de Alfonso XIII, Estenaga tuvo más amigos ilustres. Los reyes belgas le concedieron la condecoración de Caballero de la Orden de la Corona y fue premiado por el presidente de Polonia. «Era un hombre excepcional en casi todo -explica López de la Franca-, pero sobresalía por ser un orador fuera de lo común. Antes de su muerte recibió el reconocimiento incluso de presidentes republicanos, como Indalecio Prieto o Niceto Alcalá Zamora, que le encargó, en abril del 36, el Elogio fúnebre de Lope de Vega, con motivo del tercer centenario del “Fénix de los Ingenios”. Hombre de gran cultura, dominador de varios idioma, autor de obras de perfil cultural y religioso -entre ellas una historia de la catedral de Toledo que no llegó a culminar- y orador insigne, el historiador y biógrafo José López de la Franca ha trabajado durante veinte años en su figura, tanto desde el punto de vista humano como religioso.
El 22 de agosto de 1936, un grupo de milicianos se lleva a la fuerza al obispo de Ciudad Real y a su capellán a los alrededores de Peralvillo del Monte, donde son asesinados a tiros después de ser torturados y ultrajados. Enterrado en el cementerio de la ciudad, sus restos fueron traslados a la catedral el 10 de mayo de 1940.
Narciso de Estenaga fue beatificado por el Papa Benedicto XVI hace un lustro -el 28 de octubre del 2007-, junto varias decenas de sacerdotes más asesinados en la Guerra Civil. La festividad litúrgica del beato Narciso y compañeros mártires del siglo XX en España se celebra el día 6 de noviembre.