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Marcelino Izquierdo

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Los Tesoros del Archivo Histórico Provincial de La Rioja

Protocolos medievales, renacentistas o decimonónicos; firmas de reyes, nobles o científicos; expedientes judiciales como los del ‘caso Satanás’ o del accidente de Grávalos; documentos confidenciales del Franquismo… En pleno barrio de la Villanueva, ocupando el solar del antiguo palacio de la familia Orive,  un singular edificio oculta valiosos tesoros tras sus gruesas paredes. El Archivo Histórico Provincial de La Rioja conserva en la logroñesa calle Rodríguez Paterna miles y miles de documentos que contienen la historia y las señas de identidad de la región. A través de protocolos notariales y registrales centenarios, de planos, fotografías, mapas,  cartas, telegramas, carteles de todo tipo de espectáculos, expedientes… los investigadores pueden bucear en el pasado. Pero el Archivo no es un coto cerrado; por el contrario, está abierto al ciudadano en aquellas consultas que quiera realizar, conforme a la legislación vigente. Pese que nació hace relativamente poco (1949), la entidad alberga fondos documentales muchísimo más antiguos y de diversas procedencias y características, de tal forma que debe ser considerado como un «archivo de archivos» y no sólo un «archivo histórico».

La semana pasada, el Archivo  presentaba el «Libro Primero de Difuntos del Solar de Valdeosera desde 1581 hasta 1731», adquirido en una librería de Nueva York, una joya más dentro del importante acervo que atesora. Y es que, con su directora Micaela Pérez al frente, el papel de la institución resulta vital para el pasado histórico de La Rioja.

El proyecto de creación de los Archivos Históricos en todas las capitales de provincia nació con el Decreto de 12 de noviembre de 1931, dictado por los Ministerios de Justicia y de Instrucción Pública y Bellas Artes, que tenía por objetivo concentrar la documentación histórica, en riesgo de desaparecer, dispersa por multitud de archivos y diversas entidades de toda España. La mayor parte de esta documentación, generada desde siglos atrás, no era otra que los protocolos notariales.

Si bien el decreto apenas tuvo repercusión en la entonces provincia de Logroño, en 1932 se constituyó la Junta del Patronato fundacional, cuyo primer objetivo se concentró en la búsqueda de un edificio en el que ubicar el Archivo. Pese a que a lo largo de casi dos décadas se barajaron diversas opciones, como el Palacio de Espartero, no fue hasta el 7 de diciembre de 1949 cuando una orden ministerial creó el Archivo Histórico Provincial de Logroño, «con carácter provisional», en las dependencias y con el personal del Instituto de Bachillerato Sagasta.

Historia y modernidad

La inauguración oficial del actual edificio, el 29 de abril de 1983, puso  fin a más de treinta años de precariedad. Era el primero de los de su género construido de nueva planta y concebido con arreglo a criterios de modernidad y funcionalidad.

La parte pública consta de tres plantas, si bien la zona destinada a depósitos –de acceso restringido– está organizada en cinco pisos más sótano. El espacio abierto al ciudadano se articula en tornoal antiguo Portalón, donde se encuentran la conserjería, la sala destinada a los investigadores, la de consultas y las dependencias donde se desarrolla el trabajo técnico de acceso a los fondos, desinsectación, clasificación y catalogación. Del rellano nace la escalera principal, a imagen de la del siglo XVIII, que desemboca en las plantas administrativas.
La zona de depósito, repartida en seis plantas, está compuesta por 21 cámaras estancas, dotadas de sistemas de seguridad (material ignífugo, barreras fotoeléctricas y detectores de humo), y con armarios móviles sobre raíles. Esta estructura dota al Archivo de una capacidad de almacenamiento de más de 20 kilómetros lineales de documentos. Pese al ingente trabajo que desarrolla, la plantilla del AHPR se antoja ciertamente escasa.

El Histórico Provincial conserva como fondos fundamentales los protocolos notariales riojanos de más de un siglo de antigüedad, que superan las 9.300 cajas. «El interés de los protocolos notariales como fuente documental para la historia es muy relevante, ya que constituyen una ventana abierta al pasado –explica su directora, Micaela Pérez–. Los protocolos nos proporcionan no sólo la información más cotidiana y fiable sino, en muchos casos, la única que ciertas generaciones han dejado escrita para la posteridad».

De la misma forma, el Archivo custodia otros fondos de carácter judicial, como Justicia de Antiguo Régimen, Audiencia Provincial, Juzgados de Primera Instancia, Tribunal de Responsabilidades Políticas, Juzgado de Menores…, así como de carácter registral (contadurías de hipotecas de arriendo de Cervera del Río Alhama, Haro, Santo Domingo de la Calzada o Torrecilla en Cameros).

Desde la apertura de su actual sede, en este cofre a gran escala  han ingresado fondos procedentes del Gobierno Civil, Hacienda, Obras Públicas, Educación, Gerencia del Catastro… con una antigüedad de unos 15 años, que pueden ser de gran utilidad tanto a los investigadores –por ejemplo, el Catastro del Marqués de la Ensenada–, como para la propia Administración y, por supuesto, para el ciudadano.

El fondo Alesón

En lo relativo a los archivos privados que se encuentran en Rodríguez Paterna, su origen es familiar y nobiliario, bien adquiridos por compra o por donación. Son los casos de los fondos Pérez Navarrete, Sáenz de Heredia, Pujadas-Alesón, Montoya Salazar… El fondo Alesón, adquirido hace casi una década de esta familia nobiliaria de Sotés, ha aportado y sigue aportando notable información a la historia de La Rioja, sobre todo en lo relativo al siglo XIX. De hecho, esta documentación está rellenado huecos hasta ahora vacíos en una época vital para la formación de la provincia de Logroño y para conocer cómo era el primer liberalismo en España antes de Sagasta.

 

 

El antiguo palacio de la familia Orive

El Archivo Histórico Provincial de La Rioja fue construido a principios de los años 80 del siglo XX sobre un solar próximo a los 500 metros cuadrados, situado en el número 24 de la calle Rodríguez Paterna de Logroño. El edificio estaba ocupado por una casa palacio, obra del último tercio del siglo XVIII, de la que sólo se conserva su fachada de estilo neoclásico. El presidente de Amigos de La Rioja, Federico Soldevilla, explica que el portalón «fue realizado por su propietario, D. Mathias de Orive, en 1793, y en su día se dijo que tenía la fachada más suntuosa de Logroño. También hubo otro edificio casi contiguo, con cierta similitud arquitectónica, donde estuvo situada la Diputación Provincial, y que fue derribado para dejar paso a las Escuelas de San Bernabé». La familia de los Orive, regidores perpetuos de la ciudad, mandaron construir el palacio al arquitecto Valerio de Ascorbe y Beitia, en la por entonces denominada calle de la Villanueva, que da nombre al barrio.

El actual edificio, cuya inauguración oficial tuvo lugar el 29 de abril de 1983, fue proyectado por los arquitectos Sáenz de Jubera Encío y Torío Piudo, que respetaron la fachada neoclásica exterior, mientras que la zona de depósitos la concibieron como un contenedor cerrado, sin vanos, en homenaje a las antiguas arcas de tres llaves de los archivos de concejo. Gracias a que el edificio se levantó de nueva planta, su interior está planteado según los criterios de funcionalidad propios de un archivo moderno y que está dividido en tres zonas diferenciadas: depósito de fondos, salas de trabajo y despachos. Sin embargo, aunque bien comunicadas entre sí, su autonomía arquitectónica impide que surjan interferencias en los circuitos de tránsito.

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Certezas, curiosidades y leyendas del pasado, de la mano de Marcelino Izquierdo

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