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Marcelino Izquierdo

Historias Riojanas

Haro: La Rioja Tierra Abierta. Los Hermanos Delhuyar, espías de Carlos III

 

«El fracaso de una misión de espionaje desembocó en uno de los descubrimientos científicos más notables de la Historia de España», asegura Pascual Román, catedrático de Química Inorgánica de la Universidad del País Vasco. Cuando se cumplen 230 años del aislamiento del wolframio, la exposición ‘La Rioja Tierra Abierta’, que se celebra en Haro, recuerda a  ilustres científicos Fausto y Juan José Delhuyar, y lo hace con un con un óleo de Fauto pintado en Viena 1788, posiblemente por el gran retratista neoclásico Anton Raphael Mengs (Aussig, Bohemia, 1728 – Roma, 1779), obra que se conserva en el Consejo de la Minería.

Y es que los hermanos Delhuyar se vieron implicados en una rocambolesca aventura de intrigas e inteligencia militar en favor del rey Carlos III, con la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País como tapadera. El profesor Román Polo ha profundizado en este aspecto biográfico, quizá menos conocido, de los científicos logroñeses, en el que Juan José Delhuyar fue protagonista.

Todo comenzó en el Palacio Real de Madrid, allá por 1777. El ministro de la Marina, el marqués de González de Castejón -tudelano, por más señas-, ordenó espiar y plagiar la construcción de los cañones de la marina británica, considerados los mejores del mundo. Enemiga acérrima de la corona española, Inglaterra contaba en aquel último tercio del siglo XVIII con una armada sobresaliente, sobre todo por una capacidad artillera que era preciso contrarrestar. Ni corto ni perezoso, el marino navarro organizó una operación secreta para espiar la industria armamentística de Carron, en Escocia, y exportar esa tecnología británica a la fábrica de Liérganes (Cantabria).

 

La tapadera

Ante lo intrincado de la misión, el marqués pidió consejo al marino bilbaíno José Domingo de Mazarredo, que le puso en contacto con la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País y con sus fundadores, el conde de Peñaflorida y el marqués de Narros. En compensación por los servicios que la Bascongada iba a prestar, acordó la financiación de dos cátedras en el Real Seminario de Vergara -15.000 reales de vellón cada una-, así como un moderno laboratorio y un almacén de minerales. El plan consistía en introducir a un científico español en la fábrica escocesa sin que levantara sospecha alguna, y el elegido fue el riojano Juan José Delhuyar -el mayor de los hermanos-, que debía hacerse pasar por alemán.

Con apenas 23 años, Juan José viajó a Alemania junto a Fausto, el menor, y se instaló en la ciudad sajona de Freiberg. En 1778, Sajonia era uno de los puntos neurálgicos de Europa donde trabajaban los más importantes expertos en Ingeniería de Minas. Delhuyar completó allí su formación científica, así como el dominio del alemán, hasta que se trasladó desde Viena hasta la ciudad sueca de Uppsala, como última etapa antes de saltar a Escocia e iniciar su labor de espionaje.

Durante ese período de adaptación y de aprendizaje, Juan José Delhuyar cursó estudios de «química avanzada» con Orbern Olof Bergman, donde entró en contacto con las investigaciones que sobre el tungsteno y otros elementos llevaba a cabo el prestigioso profesor sueco.

A finales de 1782, a punto de viajar de Suecia a Reino Unido, el ministro de Marina canceló la misión de Juan José Delhuyar. La impaciencia del mandatario por la falta de resultados tangibles y el acuerdo de paz que Madrid negociaba con Londres, y que desembocaría en el Tratado de Versalles (Francia, Reino Unido, EEUU y España), abortó la operación de espionaje. Delhuyar terminó sin dinero y ahogado por las deudas, así que no le quedó otro remedio que ingresar en el Real Seminario de Vergara, donde su hermano había regresado años atrás.

Pero su aprendizaje no cayó en saco roto. Juan José se había codeado con los químicos más prestigiosos, al tiempo que traía consigo un mineral del que, con los medios adecuados, podría extraerse un nuevo elemento. Si en mayo de 1783 se reencontraba con Fausto en Vergara cuatro meses después lograba aislar el wolframio, elemento que ocupa el número 74 en la tabla periódica.

 

 

PASCUAL ROMÁN. CATEDRÁTICO DE QUÍMICA INORGÁNICA

«El aislamiento del wolframio daría un buen guión de intriga»

 

«La historia del descubrimiento del wolframio podría servir para el guión de una buena película de intriga». Con esta enigmática frase califica Pascual Román Polo el aislamiento de este metal, en 1783, por parte de los riojanos Juan José y Fausto Delhuyar. Catedrático de Química Inorgánica de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco y presidente del Grupo Especializado Química, Historia y Sociedad, ha publicado tres libros y cerca de 40 artículos en revistas científicas sobre los hermanos Delhuyar.

– ¿Qué importancia tuvo el hallazgo del wolframio?

– Enorme. En el siglo XVIII era una tarea dificilísima por los medios y la tecnología que se requiere. Y sin embargo, en apenas cuatro meses, un tiempo récord, consiguieron aislarlo. Fue un trabajo de innovación sorprendente. Hoy en día, las revistas científicas más prestigiosas del mundo, como Nature o Science, se hubieran hecho eco del descubrimiento.

– El único metal aislado en España.

– El wolframio es el primer y el último elemento que se aísla en España y el único de los tres elementos descubiertos por españoles que se aisló en nuestro país, concretamente en Vergara. El platino fue aislado en 1735 por el científico sevillano Antonio de Ulloa, en Colombia; el vanadio, en el año 1801 por el naturista madrileño Andrés Manuel del Río, aunque en territorio mexicano.

– El wolframio fue un metal que cambió el mundo.

– Aunque en un primer momento los Delhuyar desconocían la utilidad del nuevo elemento, intuyeron que con ayuda de la química se encontrarían aplicaciones al propio metal o a alguna de sus sustancias. No se equivocaron. Gracias a su resistencia a las altas temperaturas, fue empleado como material bélico para la fabricación de cañones, en las perforadoras de las extracciones petrolíferas y, sobre todo, como filamento en las bombillas.

– En la trama de espionaje que usted ha investigado habla, incluso, de mensajes cifrados.

– Para ponerse en contacto con sus compañeros de Vergara Juan José Delhuyar escribía cartas en alemán con mensajes cotidianos, pero introduciendo términos sueltos en euskera que, una vez cifrados, componían el mensaje secreto.

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Certezas, curiosidades y leyendas del pasado, de la mano de Marcelino Izquierdo

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