La estancia riojana de Miguel Blesa estuvo indeleblemente unida a la del expresidente del Gobierno José María Aznar. A finales de los setenta, Blesa y Aznar preparaban las oposiciones al cuerpo de inspectores fiscales de Hacienda en la madrileña Academia CEU, de Madrid; de hecho, ambos se conocía de la universidad. Como alumnos aventajados que eran, Blesa y Aznar aprobaron el examen y fueron destinados a la Delegación de Hacienda de Logroño.
Según relata Aznar en su autobiografía ‘Memorias’, Blesa y él desembarcaron en la capital riojana, junto a sus respectivas familias, en el año 1978. Pero no sólo fueron compañeros de trabajo sino, también, vecinos de escalera. Los matrimonios se interesaron por sendos pisos que les habían ofrecido, situados en la esquina de las calles San Antón y Gran Vía, sin duda uno de los lugares prilegiados y céntricos de la ciudad. Pero como una de estas viviendas les gustaba a los dos matrimonios más que la otra -sobre todo por sus espléndidas vistas-, Blesa y Aznar decidieron echarlo a suertes. Los Aznar-Botella se quedaron con el mejor piso y los Blesa con el menos bueno.
Miguel Blesa permaneció aproximadamente un año en su empleo de Logroño pues, en mayo de 1979, fue nombrado secretario del Gabinete Técnico del Ministerio de Hacienda y, en 1981, jefe del Servicio de Tributos de las Comunidades Autónomas. Aznar, por su parte, se incorporó a una plaza en la Inspección Tributaria de Madrid y en consecuencia dejó La Rioja en diciembre de 1980. La carrera que Blesa inició en Hacienda se aceleró exponencialmente en paralelo a la carrera política de Aznar, hasta llegar a convertirse en presidente de Caja Madrid, una de las entidades financieras más importantes de España.