La desfachatez de Ana Mato parece no tener límites. Para ser licenciada en Ciencias Políticas y en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, ejercer posteriormente como profesora tutora de la UNED y, en la actualidad, ocupar el cargo de ministra de Sanidad del Gobierno de España, se le supone a la señora Mato un alto grado de preparación y una notable aptitud de gestión. Hasta aquí todos de acuerdo, ¿no?
Bien. Pues resulta, sin embargo, que quien todas estas virtudes intelectuales y profesionales atesora ni tan siquiera tuvo el más mínimo atisbo de sospecha cuando Jesús Sepúlveda, su marido –después exmarido–, llegaba al garaje de casa al volante de un lujoso ‘Jaguar’, pagaba un Potosí por los cumpleaños de su hija o le sufragaba viajes vip por media Europa. La ministra alega que el informe de la Agencia Tributaria –ya no se trata de simples rumores periodísticos, como ella misma denunciaba meses atrás– no le acusa «absolutamente de nada porque el informe no es sobre mí».
Y, para colmo, al portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Alfonso Alonso, no se le ocurrió ayer mejor defensa para la ministra que pronunciar la siguiente perogrullada: «Las mujeres que son engañadas por sus maridos no son tontas y no tienen que pagar tampoco por lo que ellos hagan». ¡Qué papelón!
Una de dos: o Ana Mato es una mentirosa compulsiva y, en consecuencia, está tan salpicada por la pasta de la red Gürtel como Jesús Sepúlveda o, por el contrario, vive en los mundos de Yupi y no se entera de nada. En ambos casos, la señora Mato no debería seguir ni un minuto más al frente del Ministerio. Además, evitaría que Alonso o el propio Rajoy siguieran haciendo el ridículo con sus desatinos o sus silencios.