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Marcelino Izquierdo

Historias Riojanas

Teatro Moderno, el escenario que cumpliría cien años

 

Con la obra ‘La noche del sábado’, novela escénica en cinco cuadros escrita por Jacinto Benavente, fue inaugurado el Teatro Moderno de Logroño. Era el 18 de septiembre de 1913. Hace, justo, cien años. La representación corrió a cargo de la compañía de Francisco Fuentes, casualmente la misma que abrió el Teatro Bretón con su nuevo y actual nombre, el 10 de enero de 1902, drama de José de Echegaray ‘El loco Dios’ y el juguete cómico ‘Los incansables’, de Eusebio Sierra.

Pero el Moderno no nació como un escenario aislado. La familia Martínez Zaporta, que desde 1889 dirigía Diario LA RIOJA, llevaba años buscando una nueva sede para el periódico, después de haberlo fundado en la Casa del Correo (donde hoy se levanta el Ateneo Riojano) y trasladado un año después a la calle Sagasta.

El ambicioso proyecto incluía un edificio para el rotativo, viviendas, bajos comerciales –entre ellos para un café– y un teatro que, en principio, iba a denominarse ‘Gran Teatro Zaporta’. Y es que la familia Zaporta era tan aficionada a las tablas que su vivienda comunicaba con los palcos del que terminaría llamándose  Teatro Moderno.

Las obras arrancaron en 1912 y, al año siguiente, el teatro levantaba el telón aprovechando las fiestas de la vendimia riojana. La sede del diario, con su redacción, talleres y administración, se inauguraría en 1914, con la puesta en marcha de una nueva rotativa traída del mismísimo París.

 

Mítines, ‘varietés’, películas…

Durante décadas, el Moderno compitió con dignidad con el Teatro Bretón de los Herreros, acogiendo a las mejores compañías nacionales y visitado por las autoridades políticas, como el general Miguel Primo de Rivera –padre de José Antonio–, que visitó la capital riojana el 11 de agosto de 1927, cuando era jefe de Gobierno español. En esos mismos años 20 y 30, se convirtió en el templo de las ‘varietés’ y las revistas, que alternó con teatro de todo tipo y condición.

También fue protagonista, el teatro de la plaza Francisco Martínez Zaporta, de la ‘Fiesta de la Jota’, cita –ineludible donde las hubiera– de los sanmateos logroñeses y en la que participaban los principales figuras del folclore regional y las provincias limítrofes.

Gracias a su buena acústica, el coliseo acogió mítines políticos, conferencias, asambleas, festivales benéficos, conciertos y otros eventos que precisaban escenario y gran capacidad de público. Incluso complementó sus programas para poder dar descanso al Teatro Bretón cuando cerraba por vacaciones, cuando la titularidad de ambos escenarios compartió idéntica empresa.

Tras la reforma –que le dio un tomás más alegre y simpático– y la ampliación sufrida en 1945, el Moderno enfocó buena parte de su negocio como sala de cine; así el Moderno proyectó en su gran pantalla afamados estrenos tanto de Hollywood como de Cifesa, que la dirección simultaneaba con representaciones dramáticas.

Con la llegada de la Transición y el estallido del destape, el Moderno se recicló para los nuevos tiempos que llegaban. Sin renunciar a esporádicas representaciones teatrales –incrementadas en las fiestas de San Bernabé y San Mateo–, casi todas las semanas se proyectaban películas ‘S’, una clasificación inventada en los 70 y que definía a aquel cine casposo, entre erótico y porno, que no llegaba al género ‘X’.

Polémico derribo

De esta forma, el coliseo de la plaza Zaporta fue languideciendo tras  la reinauguración del Bretón, los años dorados de la empresa Ortega (Sahor, Astoria, Dúplex y Avenida) y el posterior nacimiento de los multicines en diversas zonas de la ciudad. El Moderno echó el telón en los años 90, devorado por las circunstancias, y durante un tiempo permaneció cerrado al público, que no a las ratas y la carcoma.

A finales del siglo XX, el Ayuntamiento capitalino  anunció el derribo del teatro, lo que provocó un movimiento ciudadano-cultural en contra, cuyos miembros se reunían en el Café Moderno. Durante meses, Logroño fue centro de un encendido debate sobre el presente y el futuro de su patrimonio histórico-artístico que, como no podía ser de otra manera, finalmente se inclinó por la piqueta como solución final.

Sobre los solares del antiguo teatro y de muebles Dulce, este último en la calle Mayor, se construyó el complejo de multicines Moderno, que funciona desde junio del año 2002 como únicas salas privadas en el centro urbano de la capital.

 

Callejón de la Imprenta

La plaza que cerró su perímetro en 1914, se levantó en el antiquísimo ‘Callejón de la Imprenta’. Este callejón tenía su origen en los primeros años del siglo XVI, cuando allí se estableció el impresor francés Arnao Guillén de Brocar. Este artesano trabajó en ciudad entre 1503 y 1517, si bien en el año 1513 fue encargado por el cardenal Cisneros para imprimir la ‘Biblia Políglota Complutense’, que acabaría editado el propio Brocar en Alcalá de Henares. Cuando el maestro se trasladó a Madrid, su yerno y discípulo Miguel de Eguía continuó encargándose de la imprenta. Este oficio gozó de gran reputación en Logroño hasta el siglo XX. De hecho, todavía puede leerse allí la siguiente placa: «En esta plazuela tuvo su taller el impresor Arnaldo Guillén de Brocar, ciudadano de Logroño».

El 6 de mayo de 1935 la plaza fue dedicada a Francisco Martínez Zaporta, presidente de la Diputación, cuya labor fue clave en la erradicación de la filoxera.

 

EL OTRO TEATRO MODERNO

Inmaculada Benito
Doctora en Historia

El 14 de agosto de 1900, los propietarios del entonces Teatro Principal de Logroño, Eulogio Pérez Peña y Cayetano Carasa, decidieron venderlo a la Caja Municipal de Ahorros. El 18 de abril de 1901 el teatro se cerró y comenzaron las obras de embellecimiento y ampliación tanto de su interior como de su fachada. La transformación significó la búsqueda de un nuevo nombre –en octubre pasaría a ser el Teatro Bretón–, y también de arrendatarios. Tres fueron las proposiciones de arrendamiento: la de Cayetano Carasa, anterior copropietario, la de Ramos Toledo y Ricardo Viguera, que fue la oferta que se aceptó, y la de Zoilo Zorzano, quien ahora nos interesa.

Zoilo Zorzano fue el cronista que reflejó sus impresiones teatrales en Diario LA RIOJA bajo el seudónimo de Fray-Cirilo (1860-1904). En noviembre de 1890 hizo su primera aparición con una sección denominada ‘Teatro’ consolidada bajo el título ‘Menestra’ en junio de 1891, que firmó durante trece años consecutivos. Junto a la crónica de teatro comenzó a dar noticias sobre otros eventos culturales y sociales, que aludían especialmente a la clase media alta logroñesa.

Su proposición decía: «Las buenas relaciones que me ligan con algunas poderosas empresas teatrales, los ofrecimientos incondicionales y valiosos de los empresarios de teatros, don Luciano Berriatua y don César Lapuente, como puede verse en sus cartas que acompaño, y mi breve, pero gloriosa, para el arte, campaña en el Teatro Moderno, donde han actuado compañías tan notables como las de Lara, Berges, Gil y Camacho, y las celebradas Voladoras, hacen verosímil mis propósitos para el porvenir, pudiendo dar la seguridad a esa distinguida Junta, de contar con buenas compañías de verso, zarzuela y ópera, para inaugurar el Teatro». Fray-Cirilo titulaba su columna como ‘ Teatro Moderno’.

Este Teatro Moderno abrió sus puertas en la calle de la Estación, hoy Avenida de La Rioja, el jueves 19 de septiembre de 1901, para cubrir el vacío teatral que dejaba el Teatro Principal, todavía en reformas (no se abrirá hasta el 10 de enero). Se inauguró con la compañía del Teatro Lara de Madrid, el conocido como «la bombonera de Don Cándido», que en su debut puso en escena tres piezas breves: ‘Entre doctores’, juguete cómico de Joaquín Abati, ‘La señá Francisca’, comedia de Miguel Echegaray, y ‘Modas’, sainete de Jacinto Benavente. Estuvo actuando durante ocho noches, coincidiendo con las fiestas mateas, con lleno completo.

En Diario LA RIOJA de 27 de septiembre de 1901 se lee, «y la compañía Lara deja imperecedero recuerdo, y el Logroño conocido se queda triste y a media ración». A su vez este teatro había comenzado siendo un teatro de verano abierto el 11 de junio y situado en la calle Vara de Rey, según reza la Guía Chapel-Andri  de 1901 [Policarpo Bernabé Peña. Chapel-Andri: Guía de la provincia de Logroño. Logroño: Merino, 1901, p. 127]: «Se construyó para D. Zoilo Zorzano… por el conocido industrial  logroñés D. Hipólito Bergasa…, un bonito teatro de madera y lona, pintando sencillas pero bonitas decoraciones don Carmelo Apellániz», quien finalmente también se encargó de la decoración de las representaciones teatrales del Bretón.

 

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Certezas, curiosidades y leyendas del pasado, de la mano de Marcelino Izquierdo

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