Dice el refrán que «a cada cerdo le llega su San Martín», festividad que se celebra el 11 de noviembre y que es fecha señalada en muchos pueblos de la geografía regional por coincidir con la matanza del gorrino, también llamada moraga en La Rioja. El refrán, sin embargo, tiene dos significados: el primero, que cada persona recibirá en su momento la compensación o el castigo por los actos cometidos. Y, el segundo, relativo la matanza del cerdo, que coincide con la fiesta de San Martín de Tours, uno de los santos más populares de la Cristiandad.
La imagen que hoy viene a ‘La retina de la memoria’ fue inmortalizada en 1980 por Foto Herce, con motivo de un reportaje del periodista Roberto Iglesias para Diario LA RIOJA. En ella aparecen cuatro vecinos de la localidad riojalteña de San Asensio transportando al cerdo, momentos después de ser sacrificado. Se trata de Valeriano Puras, Ángel Palacios, Jesús Valeriano Puras (hijo del primero) y el corresponsal del periódico y actual redactor José Ignacio Gasco. Al fondo, Roberto Iglesias, con barba y bufanda, toma buena nota de la maniobra.
Fiesta y tradición
La matanza constituía toda una liturgia, una fiesta pública y familiar que, en unos casos, era signo de alta posición social y, en otros, de básica necesidad o, hablando en plata, de apagar el hambre.
Las gentes humildes esperaban con ansia la jornada de la matanza, pues eran conscientes de que esos días iban a comer bien y caliente. El cerdo era la joya de la despensa, pues del animal se aprovechaban «hasta los andares»: chorizos, morcillas, salchichones, tocino, costilla, jamones, careta, manteca, patitas… y un etcétera de alimentos que la sabiduría tradicional había aprendido a conservar. Pero, además, la familia se reunía para, además de trabajar, comer lo que del puerco no podía guardarse.
En el siglo XXI, sin embargo, la matanza ha perdido toda la solemnidad y parte de su significado, si bien la crisis ha devuelto cierto protagonismo –y necesidad–, puesto que los regalos que amigos y familiares del pueblo hacen a los urbanitas siempre son bienvenidos.