Cuando se han cumplido 38 años del 20-N, fecha vinculada con la muerte del general Franco, el historiador y periodista Francisco Bermejo –indispensable consultar su web bermemar.com– saca a la palestra el proyecto de monumento que la entonces Diputación Provincial de Logroño quiso levantar, a hurtadillas, como homenaje al dictador totalitario (¿o era autoritario?).
En el pleno que la Corporación Provincial celebró el 26 de noviembre de 1975, bajo la presidencia de Rufino Briones, se acordó erigir un monolito en memoria del ‘Caudillo de España’, desaparecido pocos días antes. El misterioso monolito, que nunca llegó a elevarse al cielo, iba a ser colocado en la también inédita ‘plaza de la Provincia’, espacio que quedaba entre el actual palacete del Gobierno autonómico y la verja que le separa de El Espolón.
Bajo el título periodístico de ‘Monolito en memoria de Franco’, así era descrito el proyecto monumental por la prensa logroñesa de la recién iniciada Transición: «En su cima se colocará la Cruz de Clavijo. En la cara frontal llevará grabado el último mensaje de Franco. La citada plaza se adornará con los escudos de los nueve partidos judiciales de Logroño. Supondrá, sin duda, un emotivo recuerdo, a la vez que embellecerá sensiblemente la zona ocupada hoy por el Palacio Provincial».
Respecto al último mensaje del generalísimo, entre otras perlas, podía leerse la siguiente: «De todo corazón perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo los tuviera como tales. Creo y deseo no haber tenido otros que aquellos que lo fueron de España».
Por suerte, el monumento tan sólo quedó en un conato de enaltecimiento, por lo bajinis, del antiguo régimen.
¿Y Franco, qué opina de esto?