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Marcelino Izquierdo

Historias Riojanas

La Virgen de Valvanera, en el corazón de México DF

 

En pleno centro de México DF, muy próxima al Zócalo, se encuentra la catedral de San Marón, iglesia maronita de rito siríaco-arameo que reconoce la autoridad del Papa, aunque guarda las tradiciones de las primitivas comunidades cristianas de Jerusalén y Antioquía. Para los riojanos, lo curioso de este templo es que, hasta 1922, fue parroquia de Nuestra Señora de la Valvanera y, con anterioridad, ‘Combento de Balvanera’. De hecho, el altar mayor de la catedral todavía sigue presidido por un precioso lienzo de la patrona de La Rioja.

El convento tuvo su origen en un ‘recogimiento’ para mujeres españolas ‘arrepentidas’ que desearan abandonar el oficio o la vida galante –o sea, la prostitución–, y volvieran a la senda del bien. Estamos en 1572. Cien años después, el convento llegó a tener hasta 180 monjas, al que la gente acudía a oírlas cantar en los oficios y a comprar las bellas manualidades que realizaban, entre ellas flores de gran hermosura.

Con el dinero de los benefactores se levantó un nuevo templo, bendecido por el arzobispo Payo Henríquez en 1671, y que se dedicó a la Inmaculada Concepción bajo el título de Nuestra Señora de Balvanera, nombre que adoptó también el convento. Años después, el templo acogería la parroquia de Nuestra Señora de la Valvanera.

 

Declive del convento

Pero, tras el auge llegó el declive. El convento sufrió un incendio en el siglo XVIII, las monjas fueron exclaustradas y la reforma liberal también limó los cimientos de la institución. En consecuencia, el convento quedó dividido en lotes y vendido a particulares hasta que, a principios el siglo XX, quedó demolido todo vestigio conventual. En 1922, el arzobispo de la archidiócesis de México cedió la iglesia a la comunidad maronita, que fue erigida como catedral de San Marón en 1995.

Sin embargo, el sello de la patrona de La Rioja se mantiene indeleble. El retablo mayor de la catedral está presidido por un cuadro de la Virgen de Valvanera, que representa la imagen sedente de la Madre con el niño sentado en su regazo.

No es el único vestigio de Valvanera en México DF. Una de las capillas de la iglesia de San Francisco fue levantada por «los naturales de La Rioja», que «edificaron la capilla de Nuestra Señora de Valvanera y la dedicaron el 17 de noviembre de 1791», explica el historiador Francisco Morales. Sobre la puerta central de su fachada barroca y churrigueresca, en un nicho, «estaba la imagen de Nuestra Señora de Valvanera».

 

 

DE CONVENTO RIOJANO A CATEDRAL MARONITA

Alberto Montes

Esta ha sido mi tercera visita a México en una década, y cada vez que vuelvo encuentro más razones para justificar mis viajes alrededor de este país. Esta vez, el objetivo principal era asistir a las ceremonias del día de difuntos o, como llaman allí, ‘La Noche de Muertos’. Como natural de Matute que soy, y dado que el santuario de la Virgen de Valvanera lo tenemos, como quien dice, dentro de nuestro monte mancomunal, todo lo que se refiere a nuestra patrona lo siento muy cercano. Y en mis viajes, además, procuro informarme de la presencia de lo riojano en el mundo. Y he de decir que, frecuentemente, me llevo grandes sorpresas.

Caminando sin rumbo concreto por las calles aledañas del Zócalo de la capital mexicana, desemboqué accidentalmente en la calle Correo Mayor. Advertí con grata sorpresa que sobre la placa de dicha calle había un azulejo con la leyenda ‘Calle de la estampa de Balvanera. 1869-1928’. Justo al lado, en el cruce con la calle República de Uruguay, había una iglesia. Me acerqué, y antes de entrar, me detuve a leer las placas de información sobre la misma: «Catedral de San Marón, Santuario de San Chárbel y Sede de la Eparquía de Nuestra Señora de los mártires del Líbano». Al lado de esta placa figuraban otras dos más. Una, de cerámica, decía: «Combento de Balvanera»; la otra, más moderna y rectangular, indicaba: «Parroquia de Nuestra Señora de la Valvanera. Fue construida en el s. XVIII para el convento del mismo nombre. Actualmente es la Catedral Maronita de México».

Ya en el interior del templo, me llamaron la atención las modernas vidrieras que tamizaban una intensa luz matinal. Alcé la vista y vi que las vidrieras eran alegorías marianas y de santos maronitas, en las que los donantes plasmaron en ellas sus nombres, para que sus descendientes no olvidaran ni los orígenes ni las tradiciones de aquellos emigrantes del Líbano que, por diversas razones, arribaron a México décadas después.

Precisamente, una de las vidrieras fue donada por la familia Slim, concretamente la Linda Slim y sus hijos, en memoria de Don Julián Slim. Y es que esta familia procede de Líbano y, hoy en día, es una de las más ricas del mundo.

 

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Certezas, curiosidades y leyendas del pasado, de la mano de Marcelino Izquierdo

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