La ciudad de Toledo sigue exprimiendo –como no podía ser de otra forma– la conmemoración del IV Centenario de la muerte de El Greco, uno de los grandes maestros de la Historia. Numerosas son las exposiciones que la ciudad imperial –aunque también Madrid o Valladolid– acogen en recuerdo de Doménikos Theotokópoulos, el pintor cretense que alcanzó la gloria en las Españas de Felipe II y Felipe III. Sólo por una de ellas, ‘El Griego de Toledo’, han pasado más de 1.100.000 visitantes desde el 14 de marzo hasta el 14 de junio.
Por desgracia, no cuenta La Rioja en su acervo artístico más que con un lienzo vinculado con el artista nacido en Candía, un ‘San Francisco y el Hermano León’, atribuido al taller de El Greco, y que conserva el Museo de La Rioja. Poca cosa.
Sin embargo, cuando el 2014 enfila su recta final, nuestra comunidad autónoma no se ha dignado en reivindicar la figura de Manuel Bartolomé Cossío, jarrero de pro, pedagogo fundamental en la España del siglo XX y director de la Institución Libre de Enseñanza. De hecho, Cossío fue autor del ensayo ‘El Greco’ (1908), obra clave para el redescubrimiento del pintor, hasta entonces un verdadero desconocido en España para crítica y público, e incluso, hace ahora un siglo cerró el círculo en torno al artista afincado en Toledo con el libro ‘Lo que se sabe de la vida del Greco’ (1914).
Nacido en Haro el 22 de febrero de 1857, Manuel Pedro Bartolomé Cossío es uno de los riojanos más ilustres de los siglos XIX y XX, al que la pedagogía y la Historia de Arte españoles le deben mucho más de lo que hasta ahora se le ha dado. No hubiera estado de más que su tierra natal recordara el papel de Cossío como gran valedor de ‘El Greco’. Por contra, hace unos años se acordó retirar su nombre del instituto de Haro.