Murillo de Río Leza saltó a la palestra nacional con su carrera de caracoles durante los años 70 y 80
Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura, escribía lo siguiente en ABC en el verano de 1980: «Un caballero riojano, José Fernández, ‘Tío Chito’, es juez de paz, cantaor de saetas, prestidigitador y ciclista y organiza carreras de caracoles (…). Yo pregunto: ¿quien dé mas?».
Y es que en 1971, con motivo de las fiestas patronales que Murillo de Río Leza celebra en honor a San Esteban Protomártir, al mentado ‘Tío Chito’ se le ocurrió la estrambótica idea de organizar una carrera de caracoles, a imagen del Tour de Francia. En el año del debut, el autodenominado campeonato mundial de los gasterópodos tuvo su expectación entre los vecinos de la localidad, pero en la siguiente edición la noticia dio la vuelta a España.
Miles de personas acudieron a la localidad bañada por el Leza, aquel 6 de agosto de 1972, para presenciar la carrera internacional de caracoles. Esta singular competición constaba de dos fases: una prueba de montaña –que consistía en ascender por una rampa de 60 centímetros de longitud–, para los buenos escaladores, y la modalidad de sprint, en la que tomaron la salida los caracoles más rápidos de cada país participante, y los había de Francia, Reino Unido, Suiza, Alemania, Chile, Estados Unidos y, por supuesto, España. El ganador, en aquella edición, fue un caracol hispano que se impuso al representante galo por milímetros, al recorrer 1.25 metros en cinco minutos.
Pero la sorpresa fue la gran repercusión mediática que la cita festiva registró a nivel nacional. Las cámaras de TVE –por aquel entonces la única televisión de España– difundieron las imágenes tanto por la Península Ibérica como por medio mundo, mientras la prensa nacional –incluidos los periódicos deportivos– y algunos medios extranjeros también se hicieron eco en sus páginas del rally caracolero.
La fama del ‘Tío Chito’ fue in crescendo a medida que diferentes programas de televisión, incluido el que presentaba José María Íñigo, entrevistaban a este curioso personaje. Junto a él, cual fieles escuderos, siempre iban sus amigos Pepe Heredia y el popular ‘Gato Rojo’.
Entre las muchas anécdotas que ocurrieron durante los años que duró la carrera, cabe destacar que en 1975 hubo de suspenderse la prueba por enfermedad del caracol Jerónimo, campeón del mundo, que fallecería en 1979. Ese verano, antes de comenzar la competición y ante miles de curiosos, se procedió al traslado del ataúd del gran Jerónimo, en una carroza tirada por su hijo, Jerónimo II.