Siempre recordaré los interminables viajes a Madrid que desde niño realizaba junto mis padres. Salíamos en autobús de mañanada, comíamos un bocadillo en Soria –donde había que esperar varias horas otro autocar– y llegábamos al Foro ya de noche, tras parar en casi todos los meódromos que jalonaban la carretera. Tampoco es que el ferrocarril tuviera muchas ventajas, pues obligaba a enlazar con otro tren en Miranda de Ebro, con la consiguiente demora y el costoso traslado de maletas a mano.
Más tarde, mi padre se compró un Biscúter, que nos dejaba tirados en cualquier cuneta y que, por suerte, duró poco. Algo más rápido, aunque no tanto, era el Seat 600 de segunda mano que sustituyó a aquel cochecillo casi de juguete, si bien cada hora era preciso detenerse para refrigerar con agua el radiador. A veces, pasábamos más tiempo en trayecto que en Madrid.
Desde entonces, la vida en España ha cambiado mucho y para bien. Los vehículos son más veloces, cómodos y fiables; el túnel de Piqueras evita todo aquella yincana de vueltas y revueltas, y de Soria a Madrid se despliega una magnífica autovía que, no sólo acorta el tiempo de viaje sino que, además, aporta mayor seguridad. Sin embargo, hay algo que sigue igual. Diría, incluso, que ha ido a peor: el trayecto entre Logroño y Piqueras.
Además, desde la pasada primavera, entre tres y cinco semáforos –según qué días– detienen el tráfico durante varios minutos a causa de unas obras para arreglar los desprendimientos de tierra y piedras. Ya pueden ser la una de la tarde o las tres de la madrugada. Da igual. Los cinco minutos de rigor en cada parada no los evita nadie.
Hace tiempo, décadas quizá, que se viene barajando la posibilidad de mejorar el trayecto que llega hasta Piqueras, un interminable tramo que se hace más insufrible aún si pillas por medio un vehículo pesado, tanto de ida como de vuelta. ¿Es que nadie se va a plantear de una vez una vía más rápida y segura entre Logroño y Soria? Casi cuesta más recorrer el centenar de kilómetros que separa las dos ciudades que los mas de 230 entre Soria y Madrid.
Y la excusa de lo intrincado de la sierra camerana ya no cuela, pues existen autovías en zonas tan o más abruptas de Cantabria, Asturias, Navarra o Galicia. Aunque, visto que para construir apenas una decena de kilómetros de enlace entre la Autovía de Navarra y la AP-68 han tenido que transcurrir diez años, ¿Cuántas décadas habría que esperar para un proyecto como el que aquí sería necesario?
Ahora, cuando se cumplen siete años de la inauguración del túnel de Piqueras, las cifras apuntan que el tráfico que lo atraviesa no alcanza ni la mitad del previsto en el 2008. Administración y transportistas lo achacan a la recurrente crisis económica. Pero… ¿alguna cabeza pensante se ha planteado que para ir de la capital riojana al puerto es necesario invertir una hora y hora y cuarto un camión?
Desde que Práxedes Mateo Sagasta ordenó allanar el camino a los Cameros, cuando iba de vacaciones de Madrid a Torrecilla, han pasado ya más de 125 años.