Menos mal que lo hemos vivido. Leo a varios columnistas, nacionales y locales, comparar el 11M de Madrid y el 13N parisino e incidir, como si tirasen de argumentario, en cómo mientras en la capital francesa toda la nación respaldó al presidente Hollande frente a la barbarie yihadista, en España la oposición se lanzó a la yugular del Gobierno en busca de rédito electoral. Es curioso, porque los artículos minimizan, explícitamente, la actuación del Gabinete Aznar en el atentado más grave jamás sufrido en Europa con frases como “al margen de la pésima gestión informativa del Gobierno” o “independientemente de si la gestión informativa se hizo bien, mal o regular”.
Menos mal que lo hemos vivido. Mienten cuando afirman que la oposición no se puso tras la pancarta oficial, pues al día siguiente casi dos millones y medio de españoles –incluida la casi totalidad de los grupos políticos- se manifestaron contra la masacre por el centro de Madrid. Sólo el sábado de reflexión, cuando era ya una evidencia que el atentado tenía raíz islamista y no etarra, se produjeron concentraciones convocadas a través de ‘sms’, que en el caso de Logroño congregaron a la friolera de ¡50 personas! ante la Delegación del Gobierno.
A las pocas horas del 13N, el presidente Francois Hollande y el primer ministro Valls ya se hallaban en la zona cero de la matanza de París, mientras que Aznar no sólo no pisó Atocha sino que, además, trató de mantener el engaño hasta que las urnas dictaran sentencia. Incluso, han tenido que transcurrir once años y cientos de pruebas irrefutables para que los más recalcitrantes dejaran de blandir la teoría de la conspiración de que ETA detrás del ataque terrorista.
Menos mal que lo hemos vivido. Comparar el 11M de Madrid y el 13N de París, minimizando las graves mentiras del Gobierno, es como ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.