Fue Cosme García uno de esos héroes del Romanticismo que pasó por el mundo sembrando ingenio y cosechando desengaños. Ni tuvo suerte mientras deambuló por el convulso siglo XIX español ni gloria cuando dejó de sufrir, con 55 años, en 1874. Así definía un periódico local a este insigne riojano: «Don Cosme García era un logroñés neto, hombre franco, alegre, de gran talento natural, músico, aventurero, ingenioso: sabía de todo, valía para todo y atravesaba la vida derramando ideas, ratos de placer, y sin conseguir una posición ni dinero».
Pese a haber sido el inventor del primer submarino español que navegó bajo las aguas –y ahí están las patentes y las actas oficiales para corroborarlo–, durante décadas fueron Nacis Monturiol e Isaac Peral quieres disfrutaron de los laureles del éxito. Incluso en su tierra sigue siendo Cosme García ese perfecto desconocido que da nombre a un instituto. Ni calle tiene en su ciudad natal, como otros tantos prohombres de esta tierra tan ingrata.
Hace tiempo que inquietos paisanos de don Cosme persiguen un sueño hasta ahora imposible: que Logroño luzca en su patrimonio escultórico la reproducción del ‘Garcibuzo’, que así fue bautizado el ingenio. Proyecto los ha habido, y presupuestos incluso, pero todo quedó siempre en agua de borrajas. No es de justicia que mientras Cartagena encumbra a Peral y Figueras a Monturiol, la capital de La Rioja siga mirando para otro lado.
La idea surgió esta semana, en el ‘III Ciclo de riojanos y hechos ilustres a través de la historia y el arte’ celebrado en el Ateneo, y partió de Joaquín Gómara, expresidente de Amigos de La Rioja: abrir una suscripción popular –a la que están invitadas instituciones públicas y entidades privadas– que sufrague la réplica del primer submarino español.