Dirigió José Luis Sáenz de Heredia dos películas claves en la hagiografía fílmica de Francisco Franco, tan en boga esta semana por la polémica sobre su permanencia (o no) en el Valle de los Caídos. De la primera, titulada ‘Raza’, se cumplen ahora 75 años del estreno, un 1942 preñado de nacionalcatolicismo y en el que Hitler todavía jugaba con ventaja en el tablero bélico de la Segunda Guerra Mundial.
El argumento, escrito por el dictador bajo el seudónimo de Jaime de Andrade, se sitúa en una guerra civil donde los nacionales son candorosos angelitos y los rojos, el mismísimo demonio con cuernos y rabo.
Tras la caída del Eje, se afanó la dictadura en borrar cualquier vestigio que la vinculara con el nazismo y el fascismo y, así, con la excusa de resincronizar el sonido, ‘Raza’ pasó a denominarse ‘Espíritu de una raza’ en 1950. Pero la cosa tenía trampa. También se modificó el guión, se eliminaron escenas, así como las referencias a la Falange o al saludo fascista brazo en alto. Por transmutar, hasta se suavizaron las críticas al bando aliado en la Gran Guerra y, sobre todo, a Estados Unidos.
La mayoría creyó –o quiso creer– que ‘Raza’ y ‘Espíritu de una raza’ eran la misma película. Todas las copias de la primera versión fueron destruidas por la censura y sólo años después de la muerte del caudillo pudo la Filmoteca Nacional localizar la original fuera de España y comparar la patética metamorfosis.
Ya en 1964, trató el régimen de dulcificar aún más la figura de su amadísimo líder a través de la campaña ‘25 años de paz’, que incluyó un documental de visión obligatoria, titulado ‘Franco, ese hombre’, que finalizaba con un truco final: una secuencia del propio Franco contemplando ‘Franco, ese hombre’.
El publirreportaje también lleva la firma José Luis Sáenz de Heredia, primo, por cierto, de José Antonio Primo de Rivera, y cuyos restos mortales reposan en el camposanto de Alfaro.