«La actual democracia, que llegó cuando pudo, se la debemos a la obra del franquismo» (Pío Moa)
¿Qué se puede esperar de quiénes tienen como paradigma histórico a Pío Moa? Recordemos que Moa pasó de militar en la banda terrorista GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre) a defender «los logros de Franco», que «lo convierten en el personaje político de mayor envergadura en la historia de España de los dos últimos siglos». Pero, más allá de la II República y de la Guerra Civil, el rigor histórico de Pío Moa queda retratado, por ejemplo, en este impagable argumento: «La existencia nacional de España puede remontarse a Leovigildo, pues él dio fin a la fase del reino godo como simple imposición de un grupo dominante, no identificado con el pueblo sobre el que dominaba. Con Leovigildo empieza la unidad política y consciente de España sobre la base cultural creada por Roma; y empieza también el sentimiento patriótico español, claramente expresado por Isidoro de Sevilla».
¡Tócate las narices! Este razonamiento, para quien se autoplocama historiador, es como para un filólogo defender que burro se escribe con ‘v’ o para un matemático, que 2+2 son 7.
Claro que, visto lo visto, no es extraño que, sin el menor rubor, alumnos aventajados de Moa hablen de la «proclamación ilegal de la República» o de que «el PSOE asesinó a la II República en octubre de 1934 en Asturias, porque era un partido leninista y quería una España revolucionaria y bolchevique». Por favor, señores, lean algo más que las invectivas de su maestro y gurú.
Sin ir más lejos, tenemos en La Rioja a un historiador contrastado, el profesor Carlos Gil Andrés, quien en su último libro, ‘Españoles en guerra’ (Ariel, 2014), reflexiona así, sin blancos ni negros: «La II República fue un régimen conflictivo poblado de luces y sombras, pero su destrucción fue una desgracia para la causa de la democracia».