El 5 de octubre ha puesto Titín III epílogo a una brillante carrera deportiva, que lo ha consagrado como el mejor pelotari riojano de todos los tiempos. Todo un campeón, sin duda, en la cancha y fuera de ella. Un tipo amable, generoso, cercano, del que no puedo decir ni una mala palabra.
Cuando en el verano del 2009 la Editorial Buscarini trabajaba en la publicación de una novela corta titulada ‘Pelotari’, y escrita por quien arriba firma, alguien tuvo la idea de pasarle el original a Augusto Ibáñez, por si le apetecía hacer el prólogo. No se lo pensó dos veces. El de Tricio se llevó el texto a casa y en una semana ya había dado la respuesta.
«Desde pequeñito –recordaba Titín en su preámbulo– he tenido una pelota en la bolsa y la suerte de dedicarme a ella como profesional (…). Entonces, en el frontón, lo mismo jugabas con un hombre de 50 años que con un amigo de 10. Y lo hacías por afición, no pensabas en otra cosa más que en hacer deporte. Por el contrario, pensar desde el principio en dedicarte profesionalmente a esto, casi antes incluso de empezar a jugar o a practicar cualquier deporte, es un mal camino».
Y finalizaba el prólogo Augusto Ibáñez Sacristán con una reflexión, que bien puede servir como epílogo de su excelsa trayectoria: «En la pelota hay éxito, sí, pero éste conlleva una responsabilidad (…), hay que saber que la pelota es tu vida y debes vivir de ello (…). Las lecciones vitales deben asimilarse no sólo en tu propio beneficio sino, también –y esto es tan importante como lo anterior–, para poder trasladarlos a los muchachos que comienzan a jugar a la pelota, que comienzan a vivir».
Bien pudiera ser éste el epílogo de Titín como deportista de élite y, al tiempo, el prólogo de su nueva vida, en la que, con el carisma que atesora, sabrá trasmitir a los chavales que empiezan su amor y su compromiso por la pelota.