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Marcelino Izquierdo

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El Auto de fe de Logroño, en el British Museum de Londres

 

Bajo el título ‘Witches and wicked bodies’ (brujas y seres diabólicos), el prestigioso British Museum de Londres recorre la importancia que las brujas y la brujería atesoran en la Historia del Arte, desde la cerámica clásica de la Antigua Grecia, pasando por el Renacimiento, hasta los estertores del siglo XIX. Dibujos y grabados de Durero, Delacroix, Burne-Jones, Jan van der Velde o Dante Gabriel Rossetti se unen a los que Francisco de Goya inmortalizó en su época mas negra, y en el que las brujas de Zugarramurdi y el Auto de fe de Logroño del año 1610 acaparan el protagonismo.

La muestra, que puede contemplarse en la capital británica hasta el próximo 11 de enero, está andamiada en el núcleo principal de la exposición que se desarrolló hasta octubre pasado en la Scottish National Gallery of Modern Art de Edimburgo, capital de Escocia.

Y es que Goya abordó el universo de las brujas con un estilo único e inimitable, preñado de seres grotescos –sobre todo mujeres–, de una variopinta mitología macabra y de actos horrendos contra niños y animales; sin embargo, sus obras emanan una desconcertante hermosura.

Por que, además de plasmar tanto el mundo de la brujería como la desaforada represión del Santo Oficio, el maestro aragonés emboscó en sus grabados una crítica mordaz contra los problemas políticos, religiosos o sociales que le tocó sufrir, a caballo entre los siglos XVIII y XIX.

En el grabado ‘Hilan delgado’, número 44 de la serie ‘Los caprichos’ (1799), tres viejas alcahuetas están tejiendo con un huso –una de ellas porta una escoba–, mientras una urdimbre de bebes asoma al fondo, tal vez los niños que han ayudado a abortar. El pintor de Fuendetodos relata de forma subliminal un mensaje que, según el profesor Edith Helman, se resume así: «Hilan delgado, y la trama que urden, ni el diablo la podrá deshacer».

Goya y Fernández de Moratín

La exposición londinense cuelga también ‘Escena de brujería’, pluma y tinta con acuarela que, aunque lleva la firma de ‘Goya’, está atribuida a Luis Paret y Alcázar (c. 1780).

Y es que en éstas y en otras muchas obras de Francisco de Goya y Lucientes sobre las brujas y la Inquisición sobrevuela del Auto de fe de Logroño (1610).

Según Julio Caro Baroja, la lectura de la ‘Relación del auto de fe de Logroño…’ -Publicada por Mongastón, en la capital riojana (1611)-, y cuya edición critica fue publicada por Leandro Fernández de Moratín en 1811, influyó de modo decisivo en las pinturas negras del genio aragonés.

Siempre se ha alegado que ‘Los caprichos’ goyescos se realizaron una década antes que la edición de Moratín, pero, ante la evidente similitud entre la obra del intelectual ilustrado madrileño y los dibujos del pintor aragonés, Helman –al igual que Caro– sostiene que «Moratín le habría dejado a Goya su comentario con el texto del auto cuando el pintor terminaba sus últimas estampas para la colección de los Caprichos».

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Certezas, curiosidades y leyendas del pasado, de la mano de Marcelino Izquierdo

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