Es verdad que a los políticos, por lo general, no hay que tenerles muy en cuenta algunas de las afirmaciones o promesas que realizan, y menos en campaña electoral. Sin embargo, la nota hecha pública esta semana por el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Logroño sobre el Casco Antiguo es cuestión aparte, y eso que todavía quedan poco más de tres meses para los comicios municipales y autonómicos.
Supongo que empujado por una rueda de prensa de la oposición y la noticia sobre la pérdida de población en la zona histórica de la capital riojana, el mentado equipo de gobierno se vio impelido a defender su legado en la presente legislatura y no le dolieron prendas en enviar un comunicado de más de cuatro folios de extensión que, por suerte para el ciudadano, los medios informativos resumieron como lo hubiera hecho Baltasar Gracián (“Lo bueno, si breve, dos veces bueno). “El balance no puede ser más positivo”, señalaba el portavoz del Grupo Municipal Popular, Javier Merino, quien añadía: “Nos encontramos con una zona en fase terminal y hemos logrado que el Casco Antiguo vuelva a latir en este mandato”.
Me recuerda esta última frase a aquel discurso que atribuyen al caudillo quien, en un alarde de elocuencia, declamó cuan Demóstenes: “¡Españoles! ¡Nuestra patria estaba al borde del abismo. Gracias a Dios hemos dado un paso adelante!”.
Pero, como dijera Jack el Destripador, vayamos por partes.
Reivindica el portavoz popular capitalino las medidas adoptadas en materia de vivienda, las subvenciones para la rehabilitación, el PERI Herrerías -la redacción del proyecto data nada menos que del año 2003-, la inspección técnica de 247 edificios a lo largo del 2014, la mejora de la urbanización de calles como Herrerías, Cadena, Puente o Sagasta… ¡Faltaría más! En casi cuatro años de mandato es lo mínimo que un ayuntamiento está obligado a hacer con los impuestos que religiosamente pagan los ciudadanos.
La nota del equipo de gobierno vuelve a desempolvar el Plan Director de la Villanueva -bandera que lleva agitando de manera inopinada y hasta ahora improductiva desde hace casi una década- ensalzando la modificación del Plan General entre las calles Los Yerros y Hospital Viejo, un nuevo estudio arqueológico, un proyecto de urbanización de las siete calles y la futura enajenación de dos solares para viviendas. Humo, sólo humo. ¿Hasta cuándo va a estirar este Ayuntamiento el chicle del prestigioso arquitecto Álvaro Siza y su Plan de la Villanueva?
Y prosigue el comunicado: “Sobresale la transformación experimentada durante esta legislatura del entorno de la iglesia de San Bartolomé, cuyo origen está en la obra de la Diócesis para sacar a la luz la base de la torre de la iglesia y la cabecera”. Es verdad que la alcaldesa Cuca Gamarra aprovechó las reformas en el templo para, en un primer momento, mejorar el entorno de San Bartolomé. Sin embargo, en cuanto comenzaron a aflorar los restos de la muralla medieval y se barruntó que las excavaciones podrían alargarse en el tiempo y elevar exponencialmente el presupuesto inicial, se optó por volver a tapar lo descubierto. Desde entonces, ha transcurrido ya más de un año y, hasta ahora, en nada se ha avanzado.
En este sentido, tiene gracia que el equipo de gobierno venda como otro de sus éxitos en el Casco Antiguo que Cáritas se instalara en la Casa Farias, cuando este traslado es parte del concierto con el que el municipio (osea, todos los logroñeses) pagó a la diócesis por permutar los edificios en ruinas que abrazaban la iglesia de San Bartolomé.
Habla también el concejal Merino de la reapertura del Museo de La Rioja -otra oportunidad perdida, que merecería un artículo aparte-, del Archivo Histórico en Rodríguez Paterna -que yo sepa, sigue ahí desde 1983- o de las actuaciones que se realizan en el Palacio de los Chapiteles, reforma muy loable pero quizá no tan prioritaria como otras muchas que necesita la zona vieja de la ciudad
El colmo llega cuando la nota del Grupo Popular se refiere a la Casa de la Inquisición, sede de Dialnet. En primer lugar, parece mentira que aún no sepan que ese edificio no es ninguna Casa de la Inquisición sino la casa del inquisidor Mateo de las Nuevas, uno de los tres que entonces impartía justicia en nombre del Santo Oficio en Logroño. En vez de haber destinado este palacio como museo de la Inquisición, aprovechando que la ciudad acogió en 1610 el Auto de fe mejor documentado y estudiado de la historia, el Ayuntamiento lo cedió a la Fundación Dialnet, entidad de oficinas no abierta al público que con un piso amplio en cualquier calle de la capital hubiera tenido de sobra. Otra oportunidad perdida más.
Pese a la excesiva extensión de la nota informativa sobre el Casco Antiguo, se olvida el equipo de gobierno municipal de mencionar la paralización sine die de las excavaciones del convento de Valbuena, cuyos valiosísimos restos permanecen ocultos bajo el asfalto y cientos de vehículos aparcados encima; del deterioro que sufren las calles menos transitadas de la zona por la suciedad, la falta de iluminación o el abandono de las infraestructuras más básicas; de las decenas y decenas de solares vacíos en los que la yerba se ha convertido en bosque; del antiguo torreón, cuyas piedras duermen el sueño de los justos en los almacenes municipales…
¿Y el Centro de la Cultura del Rioja? ¿Por qué se han perdido casi cuatro años? Ya hablaremos largo y tendido de este despropósito, que merece un capítulo aparte.