El pleno del Ayuntamiento de Logroño ha aprobado crear una comisión de control y evaluación de la gestión del Centro de la Cultura del Rioja, cuando aún no se ha cumplido ni un año de su apertura por parte de la firmas Sapje y Osga. Todos los grupos municipales criticaron la «ineficiente» administración del CCR a la hora de alcanzar los objetivos marcados, a excepción del partido que sustenta el gobierno municipal.
Hace poco más de un año, este ‘Crisol’ lanzaba una pregunta al aire: «¿Cómo es posible que el Ayuntamiento haya demorado cuatro años la apertura del CCR cuando una UTE no especializada en museografía puede ponerlo en marcha en tan sólo 40 días y 40 noches? (…) Porque lo importante del Centro de la Cultura del Rioja debe ser el museo del vino, pues enotecas, vino-bares, agencias de viaje y oficinas de turismo son servicios que la ciudad ya oferta desde hace muchos años».
Y nada más abrir sus puertas el CCR como tal, en la rehabilitada Casa de la Virgen, añadía esta columna: «Lo que Logroño sigue esperando es un museo de calidad, de titularidad pública, que contribuya a dinamizar el tan olvidado Casco Antiguo y los vínculos de la ciudad con la enología y su cultura».
La responsabilidad, sin embargo, no es tanto de las empresas que gerencian el CCR como de quienes desde el Consistorio decidieron tenerlo cuatro años cerrado y abrirlo después, deprisa y corriendo, sin planificación alguna y tan sólo con afán electoralista.
Y es que el tiempo es un juez implacable: «El Centro de la Cultura del Rioja nunca debió concebirse como un negocio, sino como coadyuvante imprescindible de dos sectores en alza, el turístico y el enológico, con el objetivo de generar negocio a hosteleros, restauradores, comerciantes, servicios…» (Crisol dixit el 22 de junio del 2015).