En el Museo del Romanticismo de Madrid puede contemplarse una singular exposición que, bajo el título de ‘La moda romántica’, propone un viaje al siglo XIX a través de trajes de ambos sexos, que van desde vestidos de gala, levitas, ropas de paseo, fracs, modelos de novia, hasta, incluso, ropa interior. Entre singulares prendas y otros objetos originales, destaca sobremanera la ‘obra invitada’: el corsé que salvó la vida de Isabel II y que se puede contemplar por primera vez. En efecto, el próximo 2 de febrero se cumplen 165 años del atentado que el sacerdote arnedano Martín Merino perpetró contra la hija de Fernando VII.
Aquella tarde de 1852, y con la niña en brazos, acudía la reina a la basílica de Atocha para dar gracias por el nacimiento de su hija Isabel, cuando el cura riojano se acercó a ella, simulando la entrega de un pergamino, y le clavó un afilado estilete. Aunque en el corsé aún se aprecian manchas de sangre real bordeando la puñalada, el ataque de Merino no causó heridas de gravedad, pues la violencia del golpe fue amortiguada por el manto bordado en oro que lucía la reina y, sobre todo, por las ballenas del corsé, que impidieron que la hoja se hundiera todavía más.
Cual reliquia, el corsé permaneció durante casi tres décadas en el Palacio Real, hasta que en 1871 fue donado por el rey Amadeo de Saboya al Museo Arqueológico Nacional, institución que ahora lo ha cedido para la muestra.
Martín Merino y Gómez fue juzgado sumariamente en Madrid, ejecutado a garrote vil cinco días después, quemado su cadáver y esparcidas las cenizas sobre una fosa común. No estaría de más que la VII edición de La Rioja Tierra Abierta, que del 31 de marzo al 29 de octubre se celebrará en Arnedo, recordara a este misterioso personaje que Menéndez Pelayo incluyó en su ‘Historia de los heterodoxos españoles’. La presencia del corsé en la Ciudad del Calzado sería una buena noticia.