La disposición adicional primera de la Constitución española reconoce la existencia de «territorios forales» en el País Vasco y Navarra, si bien el Estatuto de Autonomía de Euskadi torna la expresión por la de «territorios históricos». Es cierto que la Carta Magna consensuada en 1978 se redactó en plena Transición, intentando esquivar las amenazas involucionistas, cuando lo prioritario pasaba por alejarse de la dictadura cuanto antes y abrazar la anhelada democracia. Cuarenta años después, cada vez es más chocante escuchar o leer la manida frase de «territorios históricos», como si otras regiones, La Rioja por ejemplo, carecieran de historia.
Presentó Nájera el lunes 5 de junio el sello de curso legal ‘Milenario del Fuero de Nájera (1017-2017)’, editado por Correos y tras la iniciativa de ACONA, con el objetivo de seguir reivindicando el ilustre pasado de una tierra, desconocido incluso hasta para sus propios habitantes.
Aunque se desconoce la fecha exacta, investigadores como Martínez Marina apuntan a que hace ahora un milenio –año arriba, año abajo–, el rey de Nájera-Pamplona Sancho III el Mayor otorgó a la ciudad un fuero especial, que sería confirmado por el monarca castellano Alfonso VI en 1076 y, con posterioridad, por Alfonso VII, Fernando IV y Pedro I el Cruel.
Este conjunto de privilegios y exenciones jurídicas de las que gozaba Nájera en los albores del siglo XI constituyen nada menos que el origen de la legislación navarra, al tiempo que sirvieron de base para el desarrollo de un derecho nacional. Es más, la mayoría de las cartas pueblas otorgadas a Vitoria, San Sebastián, Bilbao y otras villas vascas se inspiraron en los fueros municipales de Jaca, Nájera y Logroño.